¿Imaginas poder viajar a cualquier parte del mundo en un máximo de cuatro horas? Parece que será posible dentro de poco. La compañía aeronáutica Boom Supersonic ha diseñado el avión del futuro, capaz de viajar a velocidades nunca vistas en los vuelos comerciales hasta ahora.
Pero lo más atractivo del lanzamiento del avión del futuro, previsto 2026, es su precio. El billete costará alrededor de 100 dólares, toda una ganga que promete revolucionar el sector de los viajes de pasajeros.
Tal y como ha explicado O’Keefe, presidente del consejo de Airbus, el avión del futuro de Boom Supersonic es “un objetivo audaz, pero posible”. Sin embargo, el experto no está del todo convencido de los plazos de lanzamiento que la compañía se ha propuesto. “Requerirá dos o tres generaciones de tecnología, desarrollo y descubrimientos, que equivale a unos 20 años”, afirma.
Para Blake School, CEO de Boom Supersonic, el lanzamiento del avión del futuro no solo es posible, sino que provocará un cambio sin precedentes en la historia de la industria. Su objetivo, explica, también pasa por reducir al máximo la huella de carbono. Por eso, el prototipo “captura carbono de la atmósfera, licuificándolo en combustible para el avión”.
El avión del futuro nace en pleno boom del turismo espacial
El anuncio del lanzamiento del avión de Boom Supersonic ha coincidido con un momento dulce para la industria aeroespacial. Apenas hace unas semanas cuando Richard Branson, fundador de Virgin Galactic, completaba el primer viaje de civiles al espacio, superando en esta carrera al fundador de Amazon, Jeff Bezos, y al de Tesla, Elon Musk.
Precisamente entre estos tres emprendedores ha comenzado a librarse una batalla por el turismo espacial que, a diferencia del caso del avión del futuro, parece convertirse en un nicho de negocio reservado para los más ricos. En este sentido, un millonario llegó a pagar 28 millones de dólares por un asiento en la nave de Blue Origin, la compañía de Bezos, que también completó su primera expedición con éxito hace pocas semanas.
Pero Jeff Bezos no está solo en la carrera por el control del turismo espacial. Su competidor más duro en el segmento es otro de los grandes emprendedores del siglo XXI, Elon Musk. El fundador de Tesla lleva años invirtiendo grandes cantidades de dinero en SpaceX, su proyecto aeroespacial, que fundó en 2002 soñando que los viajes espaciales podrían ser una realidad algún día.
19 años después, está muy cerca de conseguirlo, algo que el emprendedor sabe muy bien. Por eso, hace unos meses cambió su residencia, desde Silicon Valley hasta Texas, donde se encuentran los campos de pruebas de SpaceX y mantiene varias fábricas de su compañía automovilística.