Ayúdales a ahorrar.
“Teniendo en cuenta que los hábitos de consumo están cambiando y que la gente quiere ahorrar, piensa cómo ayudarles. Preocúpate por lo que les preocupa”, aconseja el consultor Fernando Rivero. Por ejemplo:
Mascotas. “Ahora que la gente baña al perro en casa, vende productos de limpieza”.
Zapatería. “Puesto que ya no hay dinero para cambiar de calzado tan a menudo, una forma de conseguir más ingresos es ofrecer un servicio de reparación”.
Recupera a los perdidos.
Rivero aconseja recuperar a clientes que antes eran habituales pero están dejando de serlo, ofreciéndoles lo que sabes que les interesa.
Peluquería. “Un cliente fijo hace tiempo que no te trae a su hijo: probablemente le está cortando el pelo en casa. Cuando vaya, puedes darle unas nociones básicas sobre el corte más adecuado y proponerle que te lo lleve cada seis meses para hacer retoques. Estás ganando una venta que tenías perdida”.
Videoclub. “Si ves que un cliente alquilaba una película todos los viernes y deja de ir, puedes enviarle una promoción o noticias sobre el cine que le gusta”.
Aporta valor.
“Puedes organizar eventos para invitar a tus clientes habituales, mantenerles informados sobre temas de interés relacionados con tu actividad, incluso darles formación”, afirma este experto.
Estética. “Cuelga vídeos de YouTube sobre tendencias en maquillaje o peinados”.
Gestoría. “A los que piden gestiones básicas, ofréceles charlas o algo de formación sobre cuestiones fiscales: quizá así te pidan asesoramiento también en impuestos”.
Da ideas.
Patricia Peirote recomienda dialogar con el cliente “para saber por qué ha elegido un producto. A partir de ahí, conviértete en un centro de ideas”.
Alimentación. “Si un cliente pide embutido, no te limites a cortar, pesar y cobrar: pregúntale si es para la merienda, para una barbacoa… Le puedes ofrecer otro producto menos conocido, para que varíe”.
Aporta novedades: Para Peirote, “las tiendas pequeñas confían demasiado en el trato personal y se despreocupan por su catálogo. Hay que renovarse”.
Tejidos. “La vendedora puede saber qué juegos de cama te van bien, pero si no cambias el género los clientes se cansan”.