Contratar una caja de seguridad en un banco ha vuelto a ponerse de moda en los últimos años. Aunque la rentabilidad ofrecida por los productos bancarios ahora esté empezando a subir ligeramente, los años de bajos tipos de interés que hemos vivido han hecho que muchas personas se interesen por estas cajas fuertes para depositar su dinero y otras pertenencias.
Algunas entidades bancarias cuentan entre su oferta con la opción de alquilar una caja de seguridad dentro de una cámara acorazada, redoblando así la seguridad. También hay alguna empresa ajena al sector bancario que ofrece cajas fuertes, como Grupo Inviam, de la que ya hablamos hace algunos años.
Dentro de estas cajas podemos meter dinero, joyas, documentos o cualquier otro bien que deseemos preservar. Según explica BBVA, las limitaciones respecto a qué puede ser introducido en ellas han de quedar reflejadas en el contrato de arrendamiento, aunque normalmente quedan excluidas las sustancias peligrosas, nocivas o de comercialización prohibida.
El arrendatario es quien responde respecto al contenido depositado en la caja de seguridad, ya que una de las características más particulares de este servicio es que el contenido de la caja de seguridad es totalmente confidencial.
Por tanto, el cliente no tiene que declararlo y nadie tiene por qué saber qué hay depositados en ellas, pero se hace responsable de que el contenido sea lícito y no perjudicial. En cualquier caso, la caja fuerte puede ser abierta por orden judicial o si Hacienda lo considera oportuno.
El coste del alquiler de la caja de seguridad depende de distintas variables. Además, cada entidad tiene libertad para aplicar las tarifas que desee. Uno de los factores que condicionan el precio es el tamaño de la caja.
Las más pequeñas suelen ser de 11×29×46 centímetros (aproximadamente 14,5 litros), con un precio en torno a 100 euros al año. El siguiente tamaño es de 16×29×46 centímetros (cerca de 21,5 litros), con un alquiler anual de alrededor de 150 euros. Después tenemos las cajas de 22×29×46 centímetros (alrededor de 29,5 litros), con un precio de 200 euros al año. Y las cajas más grandes suelen ser 33×29×46 centímetros (más de 44 litros), con un alquiler anual de 300 euros.
Además, hay que sumar otras comisiones aplicadas por las entidades. Una de ellas es la de apertura y/o fianza. Ésta última sólo se recupera a la conclusión del contrato. También se cobra una comisión cada vez que se desee abrir la caja de seguridad. Luego hay que añadir el coste de los seguros que hayamos contratado. Y también nos pueden cobrar un suplemento por incorporar a otros autorizados para que puedan acceder al contenido de la caja. En caso de que se vaya a producir un incremento en alguna de estas comisiones, la entidad bancaria debe comunicarlo de antemano.
Así pues, si tenemos pensado contratar el uso de una de caja de seguridad, debemos considerar todos estos costes asociados, ya que es un servicio al que se le aplican diversos sobrecostes que quizá no hayamos previsto. Pese a ello, BBVA asegura que no se trata de un servicio rentable para las entidades, por lo que la mayoría de los bancos lo ofrecen únicamente en una sucursal en cada provincia.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que no se trata de un servicio que se ofrezca a todo el mundo. La mayoría de los bancos sólo lo ofrece a aquellos clientes que ya tengan productos contratados con ellos y algún tipo de relación con ellos.
Las entidades son conscientes de que un servicio como las cajas fuertes puede ser atractivo para cobijar joyas robadas, dinero negro, etc., por lo que buscan clientes que conozcan bien y que sean de confianza.
Un requisito habitual es que el interesado disponga de una cuenta corriente con un saldo mínimo, donde se domiciliará el alquiler de la caja de seguridad.
Una pregunta que quizá te hagas es qué sucede en caso robo, algo improbable, pero no imposible. Has de tener en cuenta que no hay que declarar el contenido y que sólo tú (y aquellos a quienes se lo cuentes) saben qué hay dentro.
Los bancos recomiendan a sus clientes la contratación de un seguro de robo. Dada la confidencialidad de este servicio, lo habitual es establecer una cantidad cerrada por el banco en concepto de seguro de los bienes depositados.
Por ejemplo, si queremos contratar un seguro sin declarar el contenido, la póliza cubrirá una cuantía de aproximadamente 6.000 euros, aunque el importe varía de unas entidades a otras. Si queremos asegurar una cantidad superior, el contenido tendrá que ser declarado previamente y comprobado.
BBVA señala que la posibilidad de declarar los objetos que se guardan dentro de la caja de seguridad no es ofrecida por todas las entidades, ya que algunas prefieren limitarse a ofrecer el servicio de alquiler de cajas y no hacerse cargo de lo sustraído en caso de robo, al no conocer el contenido.