Regular todas las actividades y productos financieros
Muchos productos estructurados vendidos por los bancos de inversión escapaban a la supervisión de los bancos centrales o los reguladores financieros.
Control de los riesgos
Con las hipotecas subprime se han asumido riesgos en los que ningún banco hubiera incurrido hace 20 años. Hay que volver a establecer criterios de solvencia mínima de los prestatarios.
Acabar con la opacidad
Los productos vendidos carecían de toda información sobre su composición, calidad, nivel de riesgo y liquidez. Esos productos tendrán que dar información puntual sobre todo eso en el futuro.
Revisar las agencias de rating
Estas sociedades han fallado en informar debidamente de los niveles de riesgo de los productos, por desinterés, omisión activa o falta de medios para hacerlo.
Incrementar la capitalización de las entidades
Pese a toda la monserga (incluso en España) sobre la capitalización suficiente de los bancos, niveles del 7% o 10% son insuficientes para que hagan frente a crisis como la actual.
Limitar los Paraísos Fiscales
De no frenar el uso de estos territorios por parte de las entidades financieras, algo en lo que hasta ahora ha habido poco interés, resultará imposible hacer un seguimiento de la actividad bancaria.
Mecanismos de control global
En un mundo globalizado, los reguladores nacionales son impotentes. Un banco puede verse controlado en casa y actuar de forma irregular en otros países. Hace falta que la supervisión sea global.
Limitar incentivos a los altos ejecutivos
La obsesión por elevar sus bonos e incentivos está en el origen de la venta de productos de alto riesgo y opacos. El objetivo es desincentivar ese tipo de actitudes.