Una mirada de la Universitat Oberta de Catalunya acerca de cómo puede ser el turismo este verano.
Ir a la playa por turnos, viajar en medios de transporte al 30% de su capacidad y cerrar fronteras tanto de entrada como de salida son algunas de las medidas que baraja el Gobierno español para este verano, como recuerdan desde la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). “Si el consumidor turístico tiene que moverse en medio de estrictas medidas de control, será prudente”, advierte Joan Miquel Gomis, profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. “Si éste es el escenario que se plantea, significa que estamos muy lejos de una situación de normalidad y que, por lo tanto, en este contexto, la reactivación de la demanda no tendrá el efecto rebote acelerado del que se habla”.
Pablo Díaz, profesor también de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, prevé la mejora a finales de verano, momento en el que algunos países europeos abrirán fronteras. “Todo dependerá de la evolución de la pandemia y de la posible política común europea. Las políticas descoordinadas llevarán a un retraso en la apertura de fronteras por la desconfianza mutua y las medidas desiguales tomadas en cada país. Eso sí, se espera que las fronteras continentales sean el último paso, una vez la situación de las europeas esté normalizada”. Gomis añade que el grado de reactivación turística dependerá de la flexibilización progresiva de las normas de control sanitario, “que probablemente se irán implementando por áreas geográficas nacionales e internacionales”.
En un año en el que España batió por séptimo año consecutivo su récord histórico en llegadas de turistas internacionales, hasta los 83,7 millones de visitantes –según los datos del INE–, si las fronteras están cerradas, «una parte muy significativa de estos turistas no podrá volver y habrá que ver si el turismo interior puede sustituir la demanda”, reflexiona Gomis, director del programa de Turismo de la UOC.
Desde la UOC pronostican una demanda baja, debido a una crisis sanitaria que conlleva una crisis económica, con pérdidas millonarias en empleos. Según el Ministerio de Trabajo, son 888.597 los empleos destruidos en España desde el 12 de marzo como consecuencia de la crisis del coronavirus. A escala mundial, en el sector del turismo, las estimaciones del Consejo Mundial del Viaje y el Turismo (WTTC) hacen referencia a 50 millones de empleos perdidos. “Estamos ante un entorno en el que muchos colectivos y personas están teniendo problemas económicos graves y en el que el nivel adquisitivo de las familias bajará. Se trata, por tanto, de indicadores que no juegan a favor de un incremento de precios”, explica Gomis.
Lo que prevén es que el precio de algunos transportes suba. “Ya no se van a ver, al menos inicialmente, los precios de oferta de, por ejemplo, las compañías aéreas de bajo coste anteriores a la crisis, porque sería insostenible desde el punto de vista económico”, señala Díaz. “El turismo volverá a un escenario similar al de los años setenta, cuando las familias se desplazaban en sus propios automóviles y, sobre todo, a apartamentos veraniegos”.
Otro apunte es que la COVID-19 tendrá consecuencias en la confianza de los turistas. “La experiencia de esta situación sanitaria actual es tan traumática que puede provocar un cambio en el orden de prioridades en la vida de muchas personas. En esta corriente de cambios, es previsible que figuren también los hábitos en turismo, fenómeno que condicionará la oferta”, explica Gomis. “Es previsible que a corto y medio plazo los viajes de larga distancia se reduzcan después de la COVID-19. Algo similar ocurrió tras los atentados del 11-S, cuando se redujeron drásticamente los viajes en avión y hubo una recuperación de los destinos de proximidad y en vehículo privado. Los viajes de proximidad generan mayor confianza psicológica, más sensación de control y menos gasto entre los viajeros y, por tanto, pueden recuperarse antes”.
Díaz es más optimista en cuanto a la previsión a medio plazo. “Existen muchos intereses y toda una industria dispuesta a ser reactivada. Había —y probablemente se reafirmará— una demanda mundial creciente que será impulsada de forma conveniente por campañas promocionales masivas”.
Desde la UOC subrayan que Italia, China, Estados Unidos o España son los países más afectados por esta crisis, pero también son los estados más receptores de turistas del mundo. A partir de aquí, se preguntan si la situación puede afectar de forma negativa a la imagen y al futuro del turismo. “La pandemia está tan generalizada geográficamente que es difícil que vayan a quedar solo unos países como señalados», expone Díaz,. “Ahora bien, otros destinos pueden verse favorecidos. Si han tenido poca incidencia de la COVID-19 y poseen datos fiables, pueden ser percibidos como seguros por el turista internacional”.