90 años de historia, una muy buena reputación de cara a los consumidores y la impronta innovadora que acompasa a sus productos constituyen algunos de los valores añadidos del proyecto. Si a esto, sumamos el carácter saludable y divertido de la línea de negocio que representa Yogurtería Danone, la franquicia parece más que apetecible.
La marca combina yogur helado natural, hecho con leche fresca y fermentada, con frutas, galletas y toppings de marcas originales.
A estas cualidades gastronómicas, Santiago Peribáñez, responsable de Expansión, añade la robustez de “una compañía multinacional que cotiza en la Bolsa de París”. Trae esto a colación para poner de manifiesto que el éxito de la organización empresarial no depende de las yogurterías, por lo que, antes de lanzarse, se tomaron su tiempo para asegurar que el concepto de negocio era 100% sostenible y rentable los doce meses del año. “La firma sabe el esfuerzo y el dinero que vale crear una marca, de manera que no la va a echar a perder por abrir una yogurtería”, subraya.
Expansión controlada
La franquicia Yogurtería Danone nació en el 2009. A día de hoy cuentan con 22 puntos de venta que se reparten básicamente entre Barcelona, Madrid y Baleares. El plan de expansión lo hacen con periodicidad bianual, de modo que el objetivo para 2016 es abrir 15 establecimientos más en España. “Hay gente interesada en Portugal, pero no tenemos prisa por la internacionalización. Ahora mismo estamos centrando los esfuerzos en España”.
Como potencial asociado, la central contempla dos alternativas. La primera es la de un franquiciado autónomo que, como persona física, se constituye en SL y monta su negocio. La segunda está focalizada en los grupos de restauración, locales o agrupaciones hoteleras, “que buscan asociarse a una marca líder en España que les aporte valor y calidad”.
¿Cuestión de moda?
Saben de la proliferación de las yogurterías independientes surgidas durante los últimos años, pero Peribáñez dice no temer a una competencia a la que augura “tiempos difíciles, bien porque las ubicaciones que han escogido no parecen muy estudiadas, bien porque las rentas en algunos casos son inasumibles o porque el local no encaja con el entorno”.
El control de las variables descritas les hace sentirse a salvo de la vulnerabilidad de las modas. “Danone lleva 90 años vendiendo yogures y la franquicia funciona desde hace seis, de manera que lo único que puede traer el paso del tiempo es la desaparición de las malas yogurterías y la permanencia de las mejores”. Y para ilustrar su teoría, recurre al siguiente símil: “Es como comparar un zumo de naranjas elaborado con la fruta recién exprimida con un zumo de tetrabrik”.
Punto de encuentro
Los establecimientos conceden un valor importante al interiorismo, con una decoración acogedora, de estilo hogareño, con profusión de cojines, lámparas y maderas en tonos pastel, que inviten al público a sentarse y a permanecer un rato largo en el local.
La idea es acompañar el consumo de un producto con una experiencia. A partir de aquí, a los yogures helados se va añadiendo una oferta complementaria cada vez más trabajada, a base de café, bollería, crepes o gofres, “con la idea que el negocio no se vea afectado por los momentos del día ni por la temporalidad”.
Condiciones económicas
El franquiciador establece un derecho de entrada de 8.000 euros, el pago del 3% sobre ventas en concepto de royalty, sin que exista canon de publicidad. “Esto último representa una ventaja considerable, si tenemos en cuenta que la compañía sigue invirtiendo millones de euros en promoción, aunque sean ya muchos los spots grabados en la memoria de los clientes”. El contrato tiene una duración de 5 años y la inversión inicial aproximada parte de 68.000 euros.
A cambio, el franquiciado accede a “una marca que transmite confianza pero que continúa apostando fuerte por la innovación y el I+D”. Su equipo de profesionales y su saber hacer, los recursos disponibles para agilizar cualquier transacción y la garantía de vender un producto fresco refrigerado, de calidad y con fecha de caducidad, son otros de los elementos competitivos que Peribáñez incluye en su argumentario.