Ángel Chamizo tenía que desplazarse al centro de Madrid a estudiar inglés, algo vital en su trabajo como ingeniero. Pensó que sería una buena idea montar una academia de calidad en el sur de Madrid, donde vivía. “Creía que nos vendría bien a mí y a toda esa gente que viajaba a diario para estudiar. El afán emprendedor siempre lo había tenido, necesitaba hacer algo y qué mejor que una iniciativa necesaria en esa zona”.
Pero no a todo el mundo le pareció buena idea. “Entonces era responsable de Diseño de la parte eléctrica en una empresa de aviones, un trabajo muy bueno. El primer año lo compatibilicé con el proyecto de la academia, pero, a partir del segundo, abandoné mi carrera de ingeniero. Sólo me apoyó mi mujer en esta decisión. Al resto de mi familia les daba miedo que emprendiese una aventura que nadie sabía si iba a salir bien. Me dijeron que estaba loco”.
El recelo de su entorno se entiende, si pensamos que Chamizo no tenía experiencia alguna en gestionar una academia. “Soy innovador, no estoy satisfecho nunca, lo que me lleva a buscar siempre la excelencia. Nadie me enseñó a dirigir un negocio de este tipo, al principio seguro que cometí errores, pero, guiado por ese espíritu de perfeccionamiento, fuimos cambiando una metodología de la que estoy, a día de hoy, muy orgulloso. No porque lo diga yo, sino por los resultados que obtenemos en los exámenes oficiales, externos a la academia”.
Y la apuesta le ha salido bien. De su primigenia academia en Leganés, inaugurada en 1987, English Connection ha crecido hasta tejer una red de 67 centros franquiciados y 37 propios, que el año pasado facturaron 6,9 millones de euros (6,2 en 2015). Un proyecto que ha madurado a fuego lento. “Abrimos la segunda academia en 1991 y, al año siguiente, la tercera. Llegamos a 2008 con ocho centros operativos y fue, desde ese momento, cuando crecimos de forma intensa”.
Reconoce Ángel Chamizo que el periodo en el que más crecieron fue entre 2008 y 2015, cuando la economía nacional recorría una travesía del desierto que la dejó exhausta y de la que aún se recupera. “Lo cierto es que siempre hemos crecido con recursos propios, nunca hemos ido a los bancos, de ahí que la crisis no nos afectase. Además, en ese entorno, la gente sentía más necesidad de estudiar inglés”. Ahora bien, la clave estuvo en “preparar y diseñar un proyecto de expansión”, explica. “Las ocho primeras academias estaban en Madrid, con lo cual era fácil controlar y dirigir la red. Pero salir fuera suponía un paso importante que exigía un proyecto sólido en cuanto a selección de personal y aplicación de nuestra metodología”.
EMPRENDEDORES: Pero cuál es ese elemento que les diferencia del resto y que les ha permitido crecer de forma notable en un mercado tan competitivo.
ÁNGEL CHAMIZO: La calidad. No dejamos nada a la improvisación. Todo está planificado. Cuando seleccionamos a un profesor, le enseñamos cómo desarrollar cada una de las destrezas para cada uno de los perfiles de alumnos que tenemos (estudiantes de primaria, secundaria y adultos). En este sentido, la metodología cambia según el público al que te dirijas.
Nosotros elaboramos una guía que fusiona la metodología de un determinado autor con nuestro propio punto de vista, donde se plasma qué hay que hacer en cada una de las páginas, en cada uno de los ejercicios, del programa que utilizamos. A partir de aquí, el profesor seguirá siempre ese manual para desarrollar cualquier destreza, ya sea hablar, escuchar, escribir o leer.
También es clave asegurarse la correcta transmisión de ese conocimiento dentro de una empresa que hoy cuenta con unos 500 profesores y unos 100 directores, lo que se traduce en un control de calidad exhaustivo. Cada mes realizamos una auditoría en cada centro, para comprobar que el director entendió la metodología y que así lo transmitió al profesor.
EMP.: ¿Por qué dieron el salto a la franquicia?
A.C.: Consideré que existía un nicho de negocio en esos centros que podíamos abrir fuera de Madrid. La mejor forma de hacerlo, sin duda, era a través de la franquicia, involucrando así a otros emprendedores.
EMP.: ¿Por dónde pasa el crecimiento de la marca en el medio plazo?
A.C.: Una de nuestras apuestas es abrir centros mediante la fusión con emprendedores. La idea es crear, con cada uno de ellos, una sociedad al 50%, donde tendría un salario, con dedicación exclusiva y nos repartiríamos los beneficios al 50%. En el plan de inversiones de este año ya reservamos una partida para este nuevo proyecto. Creo que esta fórmula va a tener aceptación, ya que damos facilidades y seguridad a un emprendedor que observa que la compañía va en el mismo barco
Éste es el modelo que queremos implantar ahora, sin dejar de lado la apertura de franquicias y centros propios. De cara a 2018, el objetivo es abrir 20 academias. Como zonas prioritarias, las capitales de provincia, y ciudades y municipios superiores a 30.000 habitantes.
EMP.: Y también tienen planes en el extranjero
A.C.: Este año hemos abierto en México y en Rumanía, mercado este último que consideramos muy interesante. En paralelo, estamos desarrollando un proyecto en Marruecos.
EMP.: Como empresa, han tenido un perfil bajo de comunicación, a pesar de ser uno de los referentes del sector, ¿es algo buscado?
A.C.: No, ocurre que nos hemos focalizado en el crecimiento. Es cierto que una gran mayoría de nuestros 25.000 estudiantes han venido recomendados por otros alumnos. Siempre he dicho que el mejor marketing es la calidad.