
En días pasados, el anuncio de nuevos recortes de plantilla por parte de Amazon, motivados, según su CEO, por la adopción de inteligencia artificial, ha encendido de nuevo el debate: ¿nos sustituirá la tecnología? ¿Estamos ante el principio del fin del empleo tal como lo conocemos?
La inteligencia artificial no es el problema. Lo preocupante es cómo decidimos usarla. Como ocurrió con la llegada de Excel, internet o los smartphones, la IA no viene a eliminar el trabajo, sino a transformarlo. Aunque hay roles que sufrirán una alta automatización, esencialmente lo que cambia es el tipo de tareas, las habilidades requeridas y la forma en la que creamos valor. Lo que sí representa una amenaza real y urgente es no prepararse.
Para los profesionales, esto significa formarse continuamente. Para las empresas, entender que el cambio no es sólo técnico, sino estructural y en este punto, la visión empresarial juega un papel fundamental.
Lo probable no es que una IA te quite el trabajo, sino que lo haga alguien que sepa usarla mejor que tú. Frente a este escenario, la verdadera pregunta no es qué puestos desaparecerán, sino cómo podemos transformar el valor de lo humano en el centro de las organizaciones. Porque, aunque los algoritmos aprenden y ejecuten con precisión, todavía no pueden igualar nuestras habilidades blandas.
La IA puede automatizar tareas, pero solo las personas pueden tomar decisiones con contexto, generar confianza o construir visión. Las empresas que entienden esto no usan la IA para sustituir talento, sino para amplificarlo.
Transformar el valor humano significa rediseñar los roles, liberar a los equipos de tareas repetitivas y permitir que se enfoquen en lo que realmente aporta valor: pensar, crear, decidir y conectar con otros. Pero para que esto ocurra, es imprescindible entender la IA no como una moda tecnológica, sino como una palanca de cambio organizacional. Integrarla con éxito implica revisar flujos de trabajo, definir nuevos perfiles, repensar la cultura de empresa y, sobre todo, liderar desde la empatía y la visión.
En definitiva, creo que podemos asegurar que la inteligencia artificial tal como la conocemos hoy en día no es una amenaza; el verdadero riesgo es usarla como excusa para no afrontar el cambio de fondo, donde los seres humanos nos reinventamos.