La inteligencia artificial está cambiando las reglas del juego de las empresas y la economía mundial, y según las previsiones de PWC, supondrá un aumento de hasta 15,7 billones de dólares en 2030.
Sin embargo, hay un problema: la infraestructura que sostiene la IA en la actualidad no está a la altura. Muchas empresas dependen en exceso de los hiperescaladores, lo que reduce su flexibilidad, incrementa los costos y frena la innovación en España.
El potencial de la IA es enorme: puede transformar industrias, resolver problemas complejos y desbloquear eficiencias que hasta ahora solo hemos imaginado.Sin embargo, a pesar del entusiasmo generado, muchas empresas enfrentan dificultades para implementar la IA de manera efectiva.
El problema central no radica en la falta de ambición –el Gobierno de España tiene metas ambiciosas en este ámbito– sino en un ecosistema de IA desequilibrado. La dependencia de unos pocos proveedores, la opacidad en los precios y las barreras en el acceso a GPUs esenciales limitan el desarrollo de la IA, dejando su adopción en manos de unas pocas grandes corporaciones.
La ‘trampa’ de la dependencia del proveedor
Si España quiere prosperar en esta ‘Era de la Inteligencia‘, como la ha denominado el World Economic Forum, necesita una infraestructura que democratice el acceso a la inteligencia artificial, en lugar de beneficiar solo a unos pocos privilegiados.
Imaginemos que una empresa quiere implementar un chatbot con IA para mejorar su servicio de atención al cliente. Un hiperescalador ofrece un modelo previamente entrenado que parece perfecto, pero con una condición: su rendimiento óptimo solo está garantizado si se utilizan también su software contable, sus herramientas de comercio electrónico y su sistema de gestión de tickets.
Si la empresa intenta salirse de este ecosistema, los costes se disparan y la usabilidad cae en picado. La conveniencia, en este caso, se convierte en un arma de doble filo, atrapando a las empresas en un único proveedor y limitando su capacidad de innovar o integrar otras herramientas disponibles en el mercado.
Aquí es donde entran en juego los modelos de IA de código abierto. A diferencia de las ofertas genéricas de los hiperescaladores, las soluciones de código abierto permiten a las empresas adaptar la IA a sus necesidades específicas.
Son ligeras, interoperables y están diseñadas para la escalabilidad. Ya se trate de prever la demanda, personalizar las interacciones con los clientes o generar nuevos conocimientos, la IA de código abierto permite a las empresas innovar sin encasillarse en ecosistemas rígidos.
Democratizar la IA
Los hiperescaladores no son la única opción. Existen proveedores de nube independientes que ofrecen una alternativa atractiva, con precios transparentes y la capacidad de escalar recursos bajo demanda gracias a infraestructuras elásticas.
A diferencia de los grandes actores del sector, estos proveedores eliminan prácticas abusivas como las tasas de salida de datos, que penalizan a las empresas por mover su información a otras plataformas.
Con este enfoque, las compañías pueden ejecutar distintos modelos de IA en la plataforma que mejor se adapte a sus necesidades. Diversificar la infraestructura no solo reduce costos, sino que también permite mayor flexibilidad para adaptarse e innovar.
El dominio de unos pocos gigantes tecnológicos ha generado un cuello de botella en el acceso a la IA, pero esto no tiene por qué seguir así. Apostar por estándares abiertos, respaldar proveedores alternativos de nube y priorizar la soberanía digital permitirá desbloquear todo el potencial de la inteligencia artificial.
El futuro no consiste en seguir cada nueva tendencia en IA, sino en construir una infraestructura accesible, flexible y preparada para los desafíos de mañana. La ‘Era Inteligente’ ya ha comenzado; es momento de garantizar que las empresas españolas aprovechen todo su potencial y lideren esta transformación.