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Isaac Bosch

CEO de eComm360

1984 a 2026: el gran hermano VeriFactu entra en nuestras empresas

Según este experto, VeriFactu marca el inicio de una nueva era fiscal, más digital y más controlada. La solución está en el equilibrio: cumplir la ley sin perder soberanía tecnológica

1984 a 2026: el gran hermano VeriFactu entra en nuestras empresas

En 1949, George Orwell publicó 1984, una novela que describía un mundo donde el poder lo observaba todo. Setenta y siete años después, España actualiza esa distopía: el Gran Hermano ya no escucha, ahora fiscaliza.

Su nombre es VeriFactu, y entrará oficialmente en nuestras empresas a partir de 2026.

Ya no hablamos de declaraciones trimestrales ni modelos informativos. Hablamos de facturas monitorizadas, registradas y firmadas digitalmente en tiempo real, transmitidas directamente a la Agencia Tributaria cada vez que alguien compra, paga o devuelve un producto.

Un salto de control que nos sitúa –sin metáforas– en la era de la trazabilidad total.

El calendario del nuevo control fiscal

  • Empresas (sociedades) → Obligatorio desde el 1 de enero de 2026.
  • Autónomos (personas físicas) → Obligatorio desde el 1 de julio de 2026.
  • Desarrolladores y proveedores de software → Deberán comercializar solo soluciones conformes a VeriFactu desde el 29 de julio de 2025.

Desde ese momento, todos los sistemas de facturación en España deberán garantizar que cada factura emitida sea íntegra, inalterable y reportable, con su correspondiente hash criptográfico, firma digital y código QR.

El incumplimiento podrá acarrear sanciones de hasta 50.000 €, incluso para desarrolladores y fabricantes de software que no cumplan con el formato.

Una vigilancia más estricta que el SII de 2017

En 2017, la AEAT introdujo el Suministro Inmediato de Información (SII), obligando a las empresas de más de 5 millones de euros a remitir sus registros de IVA en un plazo de cuatro días naturales.

Fue una revolución: control exhaustivo, automatización fiscal y eliminación del papel.

Pero lo que llega en 2026 va más allá. VeriFactu no espera cuatro días: espera cero. La información se genera, firma y comunica en el instante mismo de la emisión. Y, a diferencia del SII, esta vez afecta a todos, grandes y pequeños, online y offline.

Para muchas empresas tecnológicas, el problema no es la digitalización –que ya asumimos como inevitable–, sino el nivel de intromisión y la carga de responsabilidad que se impone a quienes desarrollamos las herramientas.

Sancionar la tecnología es frenar la innovación

Uno de los puntos más controvertidos de VeriFactu es que traslada la responsabilidad legal al fabricante del software, no solo al usuario. Esto significa que si un sistema falla, la multa puede recaer directamente sobre la empresa tecnológica que lo desarrolló.

Y ahí está el verdadero problema: sancionar a quienes crean la tecnología reduce la oferta, eleva los costes y genera miedo a innovar.

Muchos desarrolladores independientes o empresas medianas –precisamente, las que más valor aportan en la transformación digital de pymes y ecommerce– pueden abandonar el mercado ante el riesgo de sanciones desproporcionadas.

De hecho, esta medida es percibida como más violenta que la implantación del SII. No por su complejidad técnica, sino por el cambio cultural que impone: del ‘colabora con la AEAT’ al ‘reporta o serás sancionado’.

El impacto real en el ecommerce y las pymes

En el sector ecommerce, la transición a VeriFactu no es trivial.
Las plataformas deberán adaptarse para que cada pedido confirmado genere una factura conforme, trazable y firmada digitalmente, sin romper la experiencia del cliente.

Los principales retos son:

  • Integración técnica entre CMS (PrestaShop, Shopify, Magento, WooCommerce) y sistemas de facturación.
  • Validaciones en tiempo real que eviten bloqueos de pedidos.
  • Gestión de devoluciones, rectificativas y abonos con el mismo nivel de trazabilidad.
  • Costes de desarrollo y soporte en temporadas críticas (Black Friday, campañas, rebajas).

El riesgo de error o saturación no es teórico: basta un fallo de conexión con la AEAT para paralizar la facturación y, con ella, la venta.

El papel de las APIs intermediarias

Por suerte, existe un ecosistema de soluciones que facilitan esta adaptación.
APIs intermedias como B2Router, Easyverifactu, Invopop o Wortice están emergiendo como piezas clave para conectar ERP, CMS y sistemas de facturación con los servidores de la AEAT.

Estas soluciones:

  1. Recogen y validan la factura desde el sistema del cliente.
  2. Generan el hash, la firma digital y el QR exigidos.
  3. Transmiten los datos en tiempo real a la AEAT.
  4. Devuelven el justificante y registro conforme.
  5. Guardan logs, auditorías y alertas de incidencias.

Son el equivalente a los “traductores fiscales” de la nueva era, y probablemente el mejor camino para que las pymes cumplan la ley sin comprometer la eficiencia de sus operaciones.

¿Cómo minimizar la fricción?

Cumplir con VeriFactu no debería implicar complicar la experiencia de compra. En ecommerce, cada campo adicional es un punto de fuga.
Por eso, las buenas prácticas apuntan a:

  • Mostrar el campo de NIF solo si el cliente solicita “factura con datos fiscales”.
  • Usar autocompletado y validación instantánea.
  • Integrar la generación de facturas dentro del flujo de pago sin pantallas intermedias.
  • Ser transparentes con el usuario sobre la trazabilidad de sus datos.
  • Compensar cualquier fricción con ventajas (puntos, descuentos o fidelización).

La tecnología debe hacer invisible el control, no más visible la burocracia.

De la eficiencia al control: un cambio de paradigma

Durante años, la digitalización prometió liberar tiempo y esfuerzo.
Hoy, empieza a parecer que digitalizamos para controlar mejor, no para trabajar mejor.

La diferencia con Orwell es que aquí no hay ministerios de la verdad ni cámaras en cada esquina, pero hay logs, hashes y servidores que todo lo registran. Cada factura será una prueba. Cada venta, una notificación.

Y en ese contexto, la frontera entre transparencia y vigilancia se vuelve difusa.

Conclusión: cumplir sin claudicar

VeriFactu marca el inicio de una nueva era fiscal, más digital y más controlada. Y aunque el objetivo sea legítimo, el método abre un debate incómodo: ¿hasta qué punto puede el Estado intervenir en tiempo real en la vida económica de las empresas sin limitar su libertad operativa?

Creo que la solución está en el equilibrio: cumplir la ley sin perder soberanía tecnológica.

Y acompañar a las pymes y ecommerce en esa transición con integraciones sólidas, APIs seguras y automatizaciones que les permitan seguir creciendo sin miedo a sanciones o bloqueos.

Porque si 1984 fue una advertencia, 2026 será la prueba de madurez de nuestro sistema digital. El Gran Hermano ya no está en la tele. Está en la factura.

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