Las historias de crecimiento rápido en Silicon Valley son habituales. Pero pocas igualan el estratosférico recorrido de esta compañía de gestión online de recursos humanos y seguros para pymes. Fundada en 2013 por un joven emprendedor, Parker Conrad (33 años entonces), al que aún se sigue viendo como un visionario, Zenefits, que empezó con 15 personas, llegó a tener más de 1.600 en 2015. Con una cartera de clientes de 14.000 empresas, facturaba 65 millones de dólares y, después de recibir 583 millones del capital privado, estaba valorada en 4.500 millones.
Un resultado asombroso que respondía a una idea genial. Conrad buscaba resolver todos los problemas administrativos de las pymes, a bajo precio, algo importante ya que estas empresas no suelen tener estructura para manejar sus temas laborales, fiscales y de seguros. Parte de los ingresos venían de las comisiones pagadas por las pymes y, otra, de las aseguradoras, que les satisfacían un pago anual por la prima obtenida.
El mejor negocio de Zenefits eran los seguros de salud. Su sistema permitía elegir las dos o tres mejores opciones, según edad, ingresos, etc., entre miles de posibilidades. Tal era la velocidad de crecimiento que la compañía esperaba facturar cien millones en 2015, año en el que se preparaba para reclutar 1.000 empleados más. Pero todo se torció cuando las autoridades del estado de Washington le abrieron una investigación bajo la acusación de que el 83% de sus ventas de seguros las realizaban agentes sin licencia. Un tema que se filtró desde la revista BuzzFeed y que marcó el principio del fin al generar desconfianza sobre la empresa. A esta le siguieron investigaciones similares en California y Massachusetts, lo que obligó a Conrad, en febrero de 2016, a abandonar su puesto en medio del despido de más de 250 trabajadores. Las investigaciones se sustanciaron con multas de millones de dólares.
A muchos les resulta incomprensible que un ‘genio’ como Conrad pudiera cometer un error de tal magnitud. Lo cometió, y a sabiendas. Desde dentro de la empresa sus colegas le advirtieron de lo que podía ocurrir y les hizo oídos sordos. Conrad, un hombre capaz de detectar ideas totalmente novedosas y de diseñar un plan de negocio y operaciones detallado y preciso, carecía, se afirma, de dotes como gestor. Era desorganizado y tan detallista que lo quería controlar todo, incluso las nóminas y vacaciones de los casi 2.000 trabajadores.
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