Como su propio nombre indica, esta agencia no ha sido creada ni para rácanos ni para mileuristas. Ni tampoco para los que se contentan con una luna de miel en un hotel simplemente confortable de Canarias o Santo Domingo. El target de Juan Carlos Crespo, 52 años, y sus dos socios en esta especie de boutique enclavada en un piso de la calle Ortega y Gasset, en la milla de oro de Madrid, donde hay que pedir cita previa y que parece más un banco privado que una agencia de viajes, son los más pudientes, gente dispuesta a gastarse unos 10.000 euros por barba por unos días de viaje. Eso sí, viajes concebidos a medida de los sueños del cliente, en hoteles de cinco estrellas lujo, con varias escalas en avión y todo tipo de prestaciones extras, como limusinas o yates y avionetas privadas si se tercia. En África, las Maldivas, el Sudeste Asiático, las Rocosas o la Polinesia.
“Es habitual que nos pidan viajes alrededor del mundo de dos o tres semanas que vienen a salir por 15.000 euros; si es en clase business, puede superar los 20.000”, explica Crespo. “ Éste es un segmento en el que funciona el boca a boca. La gente queda satisfecha y lo dice a los amigos. No quieren experimentos. La confianza es vital”, reconoce su fundador. Pero, algo de promoción si hace. Upper Class tiene un enlace con Bodaclick, uno de los principales sites del género en Internet, por el que llegan clientes. “Y no paramos de asistir a cócteles y presentaciones” añade el empresario.
¿Compensan los resultados tal nivel de dedicación? Se diría que sí. En 2007, su primer año de actividad, la agencia facturó 1,9 millones de euros. Además, los márgenes en su agencia son más elevados que en una oficina convencional. Ahora bien, “las cosas se han empezado a poner un poco feas y es posible que bajemos nuestra facturación un 15% respecto al 2008”, asegura.