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Emprendedores que se benefician de la crisis

El libro 9 Maneras de Triunfar empieza por desmontar la falsa creencia de que en épocas convulsas resulta imposible emprender. Y aún menos, hacerlo con tino.

21/10/2010  Redacción EmprendedoresCasos de éxito

De hecho, varios protagonistas de 9 Maneras de Triunfar acometieron, en la primera mitad de la década de los 90, su aventura empresarial. Un periodo en el que la economía española atravesaba por un profundo bache.
Nos encontramos ante una de las lecciones emprendedoras más fascinantes que esconden estas páginas. Cómo, en cualquier escenario, es posible salir indemne y lograr que el proyecto sobreviva con el paso del tiempo.

La historia de Francisco Moreno, fundador de Artesanos Camiseros, es reveladora. “Las crisis también presentan ventajas. En nuestro caso, traducidas en una buena oferta de locales a precios razonables, lo que facilitaba las cosas. Si la situación hubiese sido la contraria, a lo mejor no hubiésemos arrancado”.

Locura bastante cuerda

Como observamos, en ocasiones habrá que nadar contracorriente. Y esto no es sencillo. En el entorno más próximo pueden surgir recelos ante tal comportamiento. Más de uno confiesa que, en su propia familia, dudaron de su cordura al embarcarse en proyectos que generaban recelos en el mercado. Y la competencia directa también alimentaba el debate en esa dirección. Es significativo el caso de Félix Revuelta, emprendedor conocido por haber dado, con Naturhouse, una vuelta de tuerca al negocio tradicional de dietética y nutrición. Apuesta radical que llevó a sus rivales a plantearse si Revuelta se había vuelto loco.

En esta misma línea, son numerosas las anécdotas que ilustran cómo los emprendedores de éxito poseen una dosis extra de valentía y cero aversión al riesgo. Sólo así se entiende que alguien, allá por la década de los 80, osase plantar cara al gigante de los envíos postales. Ese alguien es Francisco Martín Frías, creador de MRW, quien aguantó estoico entonces un aluvión de demandas por parte de Correos, que intentaba así salvaguardar su monopolio.
Pero que estos episodios no lleven a equívocos. Nunca hay que asumir riesgos de modo gratuito. Todos los pasos han de estar detallados en una hoja de ruta muy clara donde también ha de haber espacio para la improvisación.

EL LÍDER FETÉN

Es un emprendedor al que no le puede faltar altas dosis de autoestima, que conoce sus limitaciones y virtudes, sabe rodearse de un buen equipo y sacar lo mejor de cada uno de sus miembros, y transmite optimismo por los cuatro costados… aún en tiempo de crisis.

Guiados por los nueve protagonistas del libro, esbozamos el retrato robot de un buen líder empresarial. Calificativo que se otorga a aquellos que han logrado cumplir –o superar– las metas fijadas, entre otras cualidades.

Pasito a pasito. Lograr pequeños éxitos de forma continuada. Sólo así su entorno le seguirá en el camino diseñado y no cuestionará sus planteamientos.
Valores positivos. El optimismo, la ambición bien entendida y la capacidad de asumir retos, y que los demás los reconozcan.
Hacer equipo. Virtud que implica sacar lo mejor de cada trabajador, pagarle muy bien, motivar y mostrarle un respeto infinito. Y a ser posible, también conviene rodearse de gente mejor que uno mismo.
Vertiente humanista. Esto conlleva extraer de sus colaboradores las cualidades que les permitan encajar un episodio traumático, adaptarse a él sin quebrarse y volver al estado normal previo a ese acontecimiento negativo.
Autoridad moral. Enfrentada a la jerárquica. Con esta última se puede ordenar mucho, pero liderar poco. “El ideal consiste en que el líder posea ascendente sobre el equipo, que la gente lo identifique como tal, porque lo valora y lo reconoce”, aclara Enric Casi, director general de Mango.
Que no decaiga el ánimo. Así se desprende de confesiones como las de Félix Tena, fundador de Imaginarium: “Si uno está convencido de algo, acabará convenciendo al resto”.

Redacción Emprendedores