Spika Tech es una startup de base tecnológica que surge como nexo de unión entre el conocimiento que surge en las instituciones públicas y la empresa privada. Haciendo uso de la tecnología, su misión principal es aterrizar en el mercado descubrimientos e innovaciones que se desarrollan en los centros universitarios y otros organismos públicos, la mayoría de los cuales acaban como el arpa de Bécquer, “silenciosa y cubierta de polvo” en los cajones de los despachos porque ni se patentan ni se transfieren al mercado ni a la sociedad.
Para ello crearon un laboratorio de I+D+i en el que desarrollar tecnologías de la información que aplican a distintas verticales: salud, aeronáutica / aeroespacial, arquitectura, educación e industria, fundamentalmente. Todo viene a raíz de un acuerdo de colaboración suscrito entre la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) y la multinacional HP en virtud del cual se crea un aula de Realidad Virtual y Realidad Aumentada en el Campus de Móstoles URJC, entendiendo el potencial de desarrollo de estas tecnologías de cara a los próximos años. Spika Tech sería la entidad gestora del proyecto. Además de formar a los futuros especialistas en realidad virtual y realidad aumentada, el objetivo del nuevo centro era promover la investigación y el desarrollo de estas tecnologías.
De esta forma, cerca del talento, en una perfecta simbiosis entre el mundo de la tecnología, la innovación y el conocimiento, han ido en Spika Tech creando un equipo multidisciplinar que da lugar un laboratorio de referencia en el desarrollo de Tecnologías de la Información valiéndose de la realidad virtual (RV) y aumentada (RA) y que, actualmente, se posicionan dentro del sector biotecnólógico.
Una startup atípica
Otra de las peculiaridades que hace diferente a esta startup dentro del ecosistema emprendedor nacional es que no sólo es una organización fundada por mujeres sino también que todas forman parte de la misma familia: los Zúñiga Arnauz, una familia muy congraciada con el entorno universitario.
Cristina Zúñiga Arnaiz, es la CEO de 34 años de Spika Tech. Es ingeniera industrial especializada en Automatización y Electrónica. Antes de integrarse en Spika Tech trabajó para la multinacional americana Honeywell.
Alicia Zúñiga Arnaiz, hermana de la anterior. Es ingeniera Naval y Oceanográfica y ha desarrollado su actividad en consultoras nacionales e internacionales como Rodriser, Studec y Airbus.
María Esther Arnaiz Lozano, la madre de ambas. Está licenciada en Ciencias Físicas y lleva cerca de 40 años en la docencia como funcionaria y jefa del Departamento de Física y Química del I.E.S. Tirso de Molina
Carlos Zúñiga Arnau: El padre y marido de las fundadoras. Es Abogado especializado en Derecho Civil y Mercantil, licenciado en Ciencias Físicas, piloto privado y de drones. Cuando le preguntamos cuál es su papel dentro de Spika Tech bromea diciendo: “Yo soy el tonto que coge el teléfono”.
El realidad, Carlos Zúñiga ejerce como asesor en Spika Tech. Experiencia en el mundo del emprendimiento no le falta, dado que lleva metido metido en él desde la década de los 90. Como precursor en el uso de internet en España Carlos Zúñiga fue fundador de Trébol Informática y creó, junto al Gobierno de Canarias, el proyecto Itaca, con el que no solo se acabó llevando internet y contenidos vía satélite a las islas sino también a numerosos países de Latinoamérica rompiendo, así, la brecha digital existente.
Carlos Zúñiga es, también, el responsable de que, en un momento determinado, Spika Tech pusiera el foco en el sector Salud.
Viaje al centro del corazón
Fue a raíz de un infarto sufrido hace años por Carlos Zúñiga, cuando la familia empezó a interesarse especialmente por el problema de las arritmias cardiacas. Descubrieron entonces que cada año mueren en el mundo 18 millones de personas por enfermedades cardiovasculares. De ellas, alrededor de un 24%, equivalente a 5 millones de personas, se relacionan con arritmias cardiacas, una alteración en el pulso cardiaco.
Cuando alguien la padece, lo normal es que el paciente sea sometido a un electrocardiograma, primero, y a un cateterismo, después al objeto de analizar las arterias coronarias y hacer un diagnóstico. Se trata de una prueba que, además de ser muy invasiva, tiene sus riesgos. Pensaron en Spika Tech que el uso de la RV y la RA podría ayudar a diseñar una técnica diagnóstica más amable para el paciente y precisa para el profesional y se pusieron a investigar posibles soluciones.
Nace así el proyecto denominado VR-CARDIO como un método disriptivo para diagnosticar las arritmias y detener su avance. Con él han desarrollado un dispositivo que, haciendo uso de la realidad virtual, permite al profesional médico adentrarse en la cavidad cavitaria? como si se metiese dentro del corazón con una visión 360º.
La sonda del cáteter, en este caso, se elimina de la prueba y se sustituye por un chaleco que recibe el pulso cardíaco.
Spika Tech comparte el proyecto con un equipo de investigación de la Universidad Rey Juan Carlos (ULJC), el Hospital Universitario Virgen de La Arrixaca y el centro tecnológico de Murcia (Cetem). Dentro de la escala TRL (Technology Readiness Levels) que consta de 9 rangos, el desarrollo de Spika Tech ha superado ya la fase 6, es decir, que se ha demostrado el funcionamiento del prototipo en un entorno relevante con lo que queda probada la madurez de su tecnología.
La comercialización y el despliegue completo de esta tecnología en el mercado (fase correspondiente a la TRL 9) esperan alcanzarla a finales de 2022, comienzos de 2023.
Un proyecto muy galardonado
Aunque la startup no ha hecho aún mucho ruido mediático, su solución es bien conocida y muy valorada en los entornos emprendedores. Spika Tech ha resultado ser la startup ganadora en los premios nacionales de ANCES Open Innovation, en el premio Mujeres Emprendedoras 2021 que organiza el Ayuntamiento de Madrid que recogió Cristina Zúñiga Arnaiz, compitiendo con otros proyectos de nivel muy elevado.
El último logro de la startup, del que tuvo conocimiento el 16 de diciembre, es la concesión de una ayuda de 5,9 millones de euros procedentes del programa EIC Accelerator cuyo objetivo es promover, a través de la financiación, un rápido escalado a escala internacional de las compañías que dessarrollan productos radicalmente novedosos y cercanos a mercado. Por su carácter innovador, los proyectos deben tener un alto nivel de riesgo que impida a la compañía levantar el capital necesario para crecer y ser competitiva a corto o medio plazo.
Obtienen así es espaldarazo económico a un proyecto en el que, ya antes, habían confiando en Enisa, que les concedió en su momento un préstamo participativo por valor de 149.000 euros, y del CDTI (Centro de Desarrollo Tecnológico Industrial) a través del cual obtuvieron ayudas públicas por importe próximo a los 542.000 €.. El resto, hasta alcanzar los más de 1.300.000 invertidos en el proyecto hasta ahora, han procedido de recursos propios de la familia.