Tuvo su oportunidad de retirarse profesionalmente a los 65 años, pero volvió a emprender. Rufino Calero, tras vender su parte de la cadena Tryp Hoteles a un competidor por discrepancias con los socios, decidió crear la cadena Vincci Hoteles, que en la actualidad cuenta con 35 establecimientos (más otro que se abrirá en Marbella), 1.400 empleados y facturó en 2007 unos 111,5 millones de euros.
¿Por qué lo hizo? “A lo mejor mi psiquiatra le podría contestar a esa pregunta mejor que yo [responde entre risas], porque hace falta estar loco para haber vendido una empresa, que cofundé, en las condiciones que se la vendimos a Sol Meliá y volver a meterme en otro tinglado. Ahora en serio, el motivo es que la hostelería es algo vocacional y cuando uno tiene el veneno en el cuerpo es difícil quitárselo. Yo, que estoy muy ligado al mundo del toro (posee una ganadería), digo que los que nacen toreros acaban muriendo toreros; y el que nace hostelero tiene que morir siendo hostelero”.
Calero lleva esta afirmación al extremo al asegurar que, a pesar de llevar más de 55 años de trabajo en el sector, sigue motivado cada día: “No me motiva ganar más dinero. Esta profesión me tiene cogido y, al igual que los toreros, preferiría morir en la plaza. A mí me gustaría que un día me diese un infarto sentado en la silla de mi despacho”. Aficionado al golf, Calero afirma que sus retos son cada uno de los hoteles que va abriendo y presume de tener un equipo excepcional, “porque así lo siento. Además de mis hijos, el 90% de mis directivos trabajaban ya conmigo en la otra compañía”.