Hace una década, los miembros del equipo de Pal Robotics grababan vídeos demostrativos de sus primeros humanoides en la habitación de un piso de la calle París (Barcelona) donde aparecía una chimenea como telón de fondo. Y se hicieron famosos por ello. “En sucesivos vídeos, siempre se esperaba la chimenea con el robot. El piso tenía un pasillo muy grande y hacíamos que las máquinas caminaran para estudiarlas con detenimiento”, comenta divertido Francesco Ferro, director ejecutivo de la compañía.
Desde esta empresa defienden que los robots serán herramientas que permitirán mejorar la capacidad del trabajo, ayudarán a las personas enfermas y desarrollarán tareas peligrosas, como desactivar bombas o salvar vidas humanas en situaciones de desastres naturales como la aparición de huracanes y terremotos. Pero los humanoides formarán parte de nuestra familia dentro de 30 años, aproximadamente, ahora sólo se espera de ellos que realicen un servicio público como el que llevó a cabo REEM en el CosmoCaixa: la máquina trabajó de recepcionista, facilitando información sobre el museo y sus actividades. Y la misma función informativa harán los humanoides, próximamente, en hospitales y aeropuertos.
Lo que hay detrás
Pal Robotics es una empresa española, ahora propiedad exclusiva de Francesco Ferro, que mantiene un contrato de exclusividad con Pal Group, conglomerado empresarial ubicado en los Emiratos Árabes Unidos. “Fue esta empresa la que nos buscó, en 2004, a mi antiguo socio Davide Faconti y a mí. Querían que fabricáramos una máquina capaz de jugar al ajedrez de forma autónoma”, dice Francesco.

Los dos italianos se establecieron en Barcelona y conocieron a Joan Oliver y Oriol Torres. Oliver había estudiado ingeniería industrial en la escuela Politècnica de Catalunya (UPC) y se especializó en robótica, mientras que Torres había estudiado ingeniería electrónica también en la UPC. Entre los cuatro, construyeron el prototipo REEM-A, terminado en 2005 tras 14 meses de trabajo concienzudo. Se trataba de la primera máquina bípeda construida en Europa. Tenía la habilidad de caminar, llegar a la mesa, sentarse frente al tablero y saber jugar al ajedrez gracias al sistema Hydra. El proyecto costó 500.000 euros financiado por Pal Group.
Dos años más tarde del REEM-A, Pal Robotics lanzó otro modelo más perfeccionado. Se trataba del REEM-B, un prototipo capacitado con reconocimiento de voz y sensores que le permitían explorar el entorno de forma autónoma además de desplazarse, evitando los obstáculos, sin necesidad de ayuda humana. Y en junio de 2009, llegó el REEM H1, el primer humanoide presentado en público, al que siguió, en diciembre del año siguiente, el REEM H2 –versión mejorada del modelo anterior– en Abu Dabi. La parte superior del ingenio tenía forma humana, pero se movía sobre una base de ruedas e incorporaba una pantalla táctil en el pecho. Con este prototipo, se ganaba en estabilidad, mejoraba la interacción con las personas en espacios abiertos, conseguía reducir los costes de fabricación y también disminuía su necesidad de consumo eléctrico.
El resultado final de todo lo anterior es el modelo REEM, el primero que la compañía lanzó al mercado fruto del trabajo compartido con la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) y con La Salle Ramon Llull. REEM habla 30 idiomas, mide 1,70 centímetros, pesa 90 kilos y puede funcionar hasta ocho horas sin la recarga de la batería. Se gestiona con un mando de videoconsola y tiene los brazos móviles. Cada extremidad puede soportar hasta tres kilos de peso.
Todo por crecer
Pal Robotics es hoy una empresa de éxito en todo el mundo dentro de un mercado tan innovador como el de la robótica. Y para seguir liderando el sector, la empresa invierte alrededor de dos millones de euros anuales en I+D. De los cuatro socios iniciales, sólo quedan Francesco y Joan Oliver, que ejerce de business development. Como consejero delegado, Francesco se responsabiliza de la relación con los inversores, está al tanto de todo lo que ocurre en el sector de la robótica a escala mundial y supervisa el trabajo desarrollado en Pal. Joan se encarga del contacto con el cliente.
Debido al gran volumen de negocio que empieza a generarse en la compañía, no descartan una ampliación de capital y eso es lo que ahora mismo están negociando con sus inversores árabes. En el caso de que otro inversor externo quisiera entrar en Pal Robotics, Francesco lo comunicaría a los responsables de Pal Group y empezarían las negociaciones.
Pal Robotics tiene capacidad para hacer cuatro humanoides al mes. Comprar el modelo REEM con ruedas cuesta 150.000 euros y si se quiere bípedo, el cliente debe desembolsar 300.000 euros. El plazo de entrega ronda los seis meses.
En el precio de la máquina se incluye el mantenimiento. Si una pieza se estropea, desde Pal Robotics se manda otra nueva; además, son capaces de instalar cualquier software de forma remota y, como en el caso del REEM-C que ha comprado la facultad de ingeniería de Moscú, “ya hemos entrenado a los rusos para hacer todo tipo de arreglos”, señala Francesco. Otra línea de negocio es el alquiler, por 300 euros más gastos de traslado, del REEM para la celebración de actos públicos.
El futuro se llama REEM-C
En Pal Robotics acaban de lanzar el REEM-C, una máquina bípeda destinada a la facultad de ingeniería de Moscú. El proyecto ha requerido la inversión de más de un millón de euros. Es un robot humanoide que mide 1,65 metros y pesa 70 kilos. Consta de dos ordenadores potentes y de sensores de reconocimiento de caras y voces. Con la llegada de REEM-C a la capital rusa, los profesores universitarios esperan estimular, entre los alumnos, el interés por la ingeniería robótica.
“Acabamos de vender otro de nuestros robots a la universidad de Elche. En su departamento de neurología estudian cómo controlar un robot con el cerebro. En este caso, utilizan al REEM-C como una plataforma sobre la cual ellos desarrollan su software específico”, explica Francesco. Desde hace poco, en Pal Robotics se han volcado en establecer vínculos con el mundo académico implicando a alumnos universitarios en sus proyectos.