Lejos de lo que muchos puedan pensar, Moderna no es una multinacional, ni siquiera una gran compañía. Moderna es una empresa biotecnológica emergente creada en 2010.
Derrick J. Rossi es un biólogo canadiense de células madre y empresario canadiense. A los 44 años fundó la empresa de biotecnología Moderna al objeto de explotar su descubrimiento sobre la capacidad de transformar y reprogramar células madre pluripotentes. Un año después, en 2011, la revista Time recogía su nombre como una de las 100 personas más influyentes del mundo.
Junto a Rossi figuran en la constitución de Moderna Kenneth R. Chien y Robert Langer (prestigioso inventor y profesor del MIT y, entre otras cosas, padre de la liberación inteligente de los fármacos). Con estos tres ases de la ciencia, Moderna logra captar el interés de Noubar Afeyan, “empresario, inventor y filántropo’ de origen libanés creador de la empresa de capital de riesgo Flagship Pioneering. Con ésta se dedica a apoyar el desarrollo de innovaciones científicas que luego sirven como base para la creación de startups. De aquí han salido un total de 109 empresas, una de ellas la de Moderna a la que se refieren en su página web como una empresa capaz de “diseñar software celular, en forma de ARN mensajero, que permite a las personas fabricar sus propias vacunas y medicamentos de forma controlable y reversible”.
Afeyan, actual presidente de Moderna, fue quien se encargó de fichar para el proyecto a Stéphane Bancel,anteriordirector ejecutivo de la empresa de diagnóstico francesa bioMérieux SA. Bancel se incorpora al consejo de administración de Moderna en marzo de 2011 y se convierte en su director general en octubre de ese mismo año. A día de hoy, continúa siendo el CEO de la compañía, cargo al que ahora hay que añadir la coletilla de “empresario multimillonario” porque es propietario del 9% de la biotecnológica que dirige. A Bancel, algunos medios le han acusado de ser un CEO demasiado exigente y tirando a oscuro.
Nada de ello impidió, sin embargo, que Moderna fuera ganando en popularidad y conquistando el dinero de los inversores, no por las vacunas, que no estaban en el foco original de Moderna, sino más bien por la promesa de estar desarrollando una innovadora tecnología que suponía otra forma de hacer medicina.
La historia de amor y odio con AstraZeneca
En 2013, la tecnología de Moderna sólo se ensayaba en los laboratorios, no en personas. Aún así, AstraZeneca, uno de los mayores fabricantes de medicamentos del mundo, se fija en ella y decide apostar. Es entonces cuando la empresa de Cambridge invierte 240 millones de dólares en Moderna, un respaldo interesante no solo desde el punto de vista económico sino también desde el reputacional para una empresa de nueva creación y sin producto en el mercado.
Tres años más tarde, ya en 2016, AstraZeneca anuncia a bombo y platillo otro nuevo acuerdo de colaboración con Moderna, para el descubrimiento, desarrollo y comercialización conjunta de potenciales terapias basadas en el ARN mensajero (ARNm) para el tratamiento de distintos tipos de cáncer.
Por este motivo, Pascal Soriot, CEO de AstraZeneca, declaraba: “celebramos poder ampliar nuestra relación con Moderna con esta nueva colaboración, para explotar el potencial que ofrece la tecnología pionera del ARN mensajero en el desarrollo de nuevos tratamientos para los pacientes con cáncer”. A lo que Bancel respondía: “desde el acuerdo estratégico original alcanzado por nuestras compañías en marzo de 2013, la relación de Moderna con AstraZeneca ha sido muy fructífera. Este nuevo acuerdo con AstraZeneca demuestra la eficacia de la relación ya existente entre nosotros y el poder de nuestra tecnología del ARNm…Estamos satisfechos de estrechar nuestra relación con AstraZeneca y MedImmune con esta importante iniciativa, y estamos impacientes por empezar a trabajar de inmediato en nuestros nuevos programas conjuntos de inmuno-oncología”.
En vista de estas declaraciones, quién iba a decir que, años después ambas, compañías iban a entrar en una lucha feroz por ver cuál de las dos era capaz de colocar en el mercado más vacunas de su marca que, encima, aplican distintas tecnologías.
El respaldo de los inversores
En cualquier caso, a Moderna le vino muy bien el espaldarazo de AstraZeneca porque, a partir de ese momento, no dejó de recaudar capital. En total se calcula que habrá recibido más de 2.500 millones de dólaresatrayendo también la atención de actores en la industria farmacéutica de la talla de Merck y Vertex Pharmaceuticals.
Desde el año 2018 Moderna cotiza en Bolsa siendo la empresa de biotecnología con la oferta pública de venta (OPV) más grande de la historia, al recaudar 600 millones de dólares por la venta del 8% de sus acciones, lo que implicó una valoración total de la compañía de 7500 millones de dólares. En mayo de 2020 su valoración se disparaba hasta los 30.000 millones y la empresa declaraba disponer de 2000 millones de dólares en capital para inversiones. Todo ello sin haber puesto todavía en el mercado su vacuna contra el coronavirus SARS-CoV-2.
A día de hoy, Afeyan admite abiertamente que la empresa se ha expandido más allá de su visión original. “Las vacunas no fueron un foco importante en 2010; terminaron siendo algunas de las primeras cosas que Moderna llevó a la clínica. Las terapias combinadas tampoco estaban en el radar en 2010. Hoy en día, muchos de los candidatos de la empresa utilizan combinaciones de ARNm para producir proteínas complejas, utilizando múltiples ARNm codificados en una sola inyección. “Estamos aprendiendo y aprendiendo”.
La suerte del Derrik Rossi emprendedor
Más de una década después del experimento de Moderna, Bancel sigue siendo el CEO, Afeyan el presidente y Langer continúa en la junta. Por su parte Derrick J. Rossi, el fundador original, hace tiempo que su nombre cayó del staff de la biotecnológica tras renunciar, en 2014, a sus funciones en el consejo de administración y como asesor científico en Moderna.
Pero a Rossi se le debió de quedar demasiado clavada la espinita del emprendimiento porque, desde entonces, no ha parado de fundar compañías hasta acabar dejando de lado su faceta en el mundo académico. Su nombre aparece detrás de empresas como Intellia Therapeutics, que utiliza la edición genética CRISPR para desarrollar nuevos fármacos para el tratamiento de enfermedades genéticas, Magenta Therapeutics , también cotizada en el Nasdaq y centrada en el trasplante de células madre hematopoyéticas para restablecer el sistema inmunitario del paciente en caso de enfermedades autoinmunes, cánceres hematológicos y enfermedades genéticas, Stelexis Therapeutics, que desarrolla nuevos medicamentos para el tratamiento de las células madre cancerosas. En la actualidad Rossi es miembro de la junta directiva de la New York Stem Cell Foundation y director general de Convelo Therapeutic , otra empresa dedicada a la búsqueda de terapias para pacientes con enfermedades neurológicas.
Aunque ya no figure en el equipo de Moderna, la comunidad científica ha sabido reconocer el mérito de este aventajado investigador/emprendedor. De hecho, Rossi es uno de los 7 galardonados en España por el Premio Príncipe de Asturias 2021 junto a otros desarrolladores de las vacunas contra el Covid.