“Nosotros vendemos ilusión: cuando una persona gasta dinero en un producto comoscéutico quiere que pasen cosas y nosotros lo conseguimos, por eso tenemos productos que llevan 15 años en el mercado y siguen vigentes y por eso fidelizamos a nuestros clientes. Eso es lo que hace grande el proyecto”, afirma Font.
Un proyecto que, como reconoce, está por encima de todo, incluidos los intereses de la propiedad: a día de hoy es una empresa familiar, pero eso no tiene por qué seguir siendo así en el futuro: “Yo soy partidario de separar los intereses de la propiedad de los de la compañía. Mis dos hijos están trabajando aquí, pero uno en el departamento financiero y el otro en relaciones internacionales. Están, por así decirlo, en libertad bajo fianza. Si se ganan el respeto de los demás, llegarán a la dirección, pero si no, no. El proyecto será el que marcará la pauta de si seguirá siendo familiar. En su momento tomaremos la decisión más adecuada para los intereses empresariales. Mi objetivo es que la familia esté bien, pero también que el proyecto siga creciendo y si para ello la propiedad debe estar fuera del consejo ejecutivo, así se hará”.