Es la bodega más antigua de Haro y la tercera de la Rioja (después de Marqués de Murrieta y Marqués de Riscal) de las que continúan en activo. La fundó en 1877 Rafael López de Heredia, un auténtico emprendedor, nacido en Chile de padres vascos, que tuvo que huir a Francia tras las guerras carlistas y en Burdeos conoció el mundo del vino que trasladó después ala Rioja. El fundador es venerado por sus descendientes. Incluso en sus tarjetas María José López de Heredia pone “biznieta”, como cargo casi más importante que el de directora general. Fue él quien sentó las bases de la compañía y de su marca más conocida: Viña Tondonia. Y fue él también quien aprovechó los momentos de la filoxera francesa para vender allí a granel, aunque rápidamente (1883) quiso prestigiar su marca embotellando. Su filosofía ha seguido inalterable a lo largo de los años, porque para esta familia, emulando el tango, 141 años no es nada.
Competir haciendo lo de siempre
Cuando se pregunta a cualquier miembro de la familia qué ha cambiado en la bodega durante estos años la respuesta es siempre la misma: nada. Podría decirse que su máxima innovación es precisamente no innovar. La Rioja sufrió una renovación entre los 80 y 90 con vinos más estructurados, intensos y frutales, pero la familia siguió elaborando el vino de siempre, el que el bisabuelo llamaba Rioja Supremo. No en vano fue uno de los que contribuyó a dar personalidad propia a los riojas. Dicen que entonces hasta Arzak llamó para revender los tondonias que tenía. “Precisamente que los otros cambiaran nos ha dado valor, porque el Tondonia es el rioja original”, aseguran.
Elaboran sólo con uva procedente de sus propios viñedos. Si tienen ocasión, compran tierras colindantes para no tener vecinos que no traten bien la tierra. Hasta ahora tienen 170 hectáreas de terreno de las que 100 son un hermoso viñedo en el margen derecho del Ebro donde se cultiva la joya de la corona: el Viña Tondonia.
“Así controlamos mejor la calidad. Labramos como hace 100 años, aunque no usamos cabalería (ríe) pero sí tractores no invasivos y mejor maquinaria. Ahora somos mucho más rentables. Pero en lo esencial no variamos”. En su bodega no hay tinas de acero inoxidable, ya que dicen que las de madera preservan la flora microbiana indígena y dan personalidad al vino. Tanto la fermentación como la crianza se hacen en estos envases de roble por procedimientos artesanos. Se clarifica con clara de huevo y se embotella sin filtrar. Tienen tonelería propia: fabrican sus barricas con madera comprada en origen. “Me preguntan cómo mantenemos las tinas vacías o cómo las hacemos y yo les digo: monta tu propia tonelería”, dice María José. La poda y recolección es manual.
Lo clásico está de moda
Aparentemente no cambiamos –añade María José– pero se da la circunstancia que lo que ahora se está poniendo de moda es lo que nosotros venimos haciendo desde hace 141 años, vinos clásicos”. Se va a los vinos ecológicos, cultivos biodinámicos, respeto por la naturaleza. “Se investiga en aspectos ecológicos para volver a nichos anteriores, por ejemplo plantando almendros u olivos. Son protocolos de salud medioambiental”, explica Mercedes. Se vuelve a los corchos naturales sin tratamientos de superficie. E incluso contrariamente a lo que sería más ecológico la moda es imitar las botellas antiguas más gruesas y pesadas.
“Somos conscientes de que si queremos mantener la misma elaboración tenemos que sacrificar la rentabilidad económica”, dice María José. Y Mercedes apostilla: “Es una filosofía diferente a la que el mundo nos tiene acostumbrados. ¿Querremos que nuestros hijos hagan empresariales, echen números y nos cambien la bodega? Nuestra forma de elaborar vino es una filosofía de vida.”
Largas crianzas
Sus caldos son todos reserva o gran reserva. Los primeros tienen un mínimo de 12 años, los segundos de 18. Muchos coleccionistas buscan sus caldos en el mercado. “Mi bisabuelo decía que quería hacer un vino elegante que pudiera estar a la altura de los mejores de Francia que eran los que se valoraban. Y mi abuelo aseguraba que sólo sabía hacer vino de una manera y esa era costosa”, dice María José. Asegura que su padre hablaba de que en la época de su abuelo se bebía más, pero que en la de él había más competencia. “Mi padre no contaba con los chinos”, dice entre risas mientras explica que en este momento la empresa exporta ya el 50% de su producción cifrada anualmente en unas 450.000 botellas. A principios de 2000 se exportaba sólo el 10%.
“Paradójicamente la crisis nos está ayudando. En la relación calidad precio los vinos españoles son muy competitivos. En Estados Unidos se venden muy bien” El 80% de sus ventas proviene del Viña Tondonia. El blanco no llega al 5%. López de Heredia tiene también otros viñedos en la Rioja Alta: Viña Cubillo, Viña Bosconia y Viña Zaconia. Todos son distribuidos por Primeras Marcas, firma distribuidora sólo de vinos y destilados de calidad. Uno de sus grandes reservas cuesta unos 60 euros. “Hay gente que puede vender un vino a 800 euros. Para mí eso raya en la inmoralidad. Los ricos pueden pagarlo, pero ¿una bodega puede sobrevivir a la larga con vinos de 800 euros? Creo que no. A pesar de su clasicismo en el vino, no ha podido evitar un toque de modernidad al encargar a Zaha Hadid la cubierta para su tienda y sede social. “He hecho lo mismo que mi bisabuelo, buscar una arquitectura bonita”. El bisabuelo, como se ve, siempre está presente.
Unos rioja que triunfan en más de 70 países de todo el mundo
En los últimos años la empresa ha conseguido incrementar las cifras mermadas por los inicios de la crisis económica. Este año han cerrado con una facturación de 6 millones de euros, todavía lejos de los 8 millones que facturaban antes de la crisis. Pero se muestran confiadas en recuperar e incrementar la cifra de negocio hasta alcanzar los 10 en los próximos años. Confían en las consolidación del mercado español y del incremento de la exportación, donde los vinos españoles de calidad van haciéndose un hueco, ya que en la relación calidad precio resultan muy competitivos respecto a otros. Sus vinos de reserva se venden a unos 26 euros y sus grandes reserva a unos 60. La producción de éstos últimos es muy pequeña, unas 15.000 botellas, pues depende de los años. Ahora comercializan grandes reservas de hace 20 años.