La producción se planifica de forma sencilla. En fábrica se trabajan las 24 horas, en tres turnos. “Aquí entra un pedido por la mañana y sale por la tarde –asegura Costa–. No tenemos más stock que el que necesitamos. Las cajas que hay en nuestro almacén seguramente serán más material de embalaje que piezas nuestras”. Esta rapidez es para pedidos en España y Francia. En otros países, depende.
Ajustada al máximo
La fabricación ocupa un espacio reducido donde unos pocos operarios manipulan la silicona. Utilizan dos métodos.
Uno por inyección, en el que la propia máquina dosifica la cantidad de silicona necesaria para cada pieza.
En el de compresión una operaria corta y pesa los trozos de silicona, los mete en un molde y en dos o tres minutos la pieza está hecha. Después, todo va a un horno a 220 grados durante cuatro horas para asegurarse de que los disolventes desaparecen por completo.
Como máximo, la planificación de producción puede ser de un mes, dado que la materia prima de silicona se estropea en 15 días (en invierno, un mes). Las cantidades se compran muy ajustadas a la producción. Los productos están elaborados con silicona 100% platino, un material muy flexible, lo que facilita el desmolde y almacenaje, y soportan temperaturas extremas (de –60ª a los +220º).