Hay quien las conoce como “las tortillas de María Pombo”. En efecto, el nombre de la influencer aparece entre los fundadores de La Martinuca junto a los de los hermanos Adrián y Álvaro González –hijos del exjugador del Real Madrid Michel Gonzalez–, Natalia Coll –casada con Adrián González–, Pablo Castellano –marido de María Pombo–, y Víctor Naranjo, el único verso suelto de lo que parece una comedia de enredo.

La tortilla en el centro de la mesa
Se presentan como una marca de restauración “que ha dedicado el respeto y cariño que merece el plato icónico de nuestra gastronomía: la tortilla española«. Como innovación aportada señala Naranjo, CEO de la compañía: “Fuimos pioneros en poner la tortilla española en el centro de la mesa, como principal protagonista, cuando antes siempre era un complemento. Este gesto está alineado con nuestro propósito: Elevar la tortilla española a icono mundial, lo que ya hicieron los italianos con la pizza”.
Buscando ese paralelismo con la pizza, la marca, nativa digital, ha popularizado un formato de consumo para el delivery basado en el servicio de tortilla en caja, así como un bocata redondo en caja tipo burger, que viajan en moto o en bici para disfrutar en casa o en la oficina.
Se atribuyen también el mérito de haber sido impulsores en Europa del uso exclusivo de huevo con cáscara pasteurizado en las tortillas: “una innovación invisible al paladar, pero revolucionaria para la confianza y seguridad alimentaria de nuestros clientes.”, afirman, previniendo así posibles intoxicaciones alimentarias.
Tortilleros ilustrados S.L.
La Martinuca nace en 2021, tras constituirse la empresa Tortilleros Ilustrados S.L., en Madrid, con la aportación de un capital social de 50.000 euros y la misión de elevar “un plato humilde a una categoría gourmet sin perder su esencia”. Actualmente, además de en Madrid, disponen de unidades operativas en Barcelona y Málaga con un equipo total que supera a las 75 personas. Aunque el negocio se basa, fundamentalmente, en el delivery y el take-away, disponen también de un corner en El Corte Inglés de Sanchinarro (Madrid) y el mercado de San Leopoldo, este último cuna de La Martinuca.
“El primer gran problema tardó en llegar, pero llegó- cuenta Víctor Naranjo. -Habíamos diseñado un proyecto muy estudiado, sólido, y todo funcionaba incluso mejor de lo previsto. Hasta que los pedidos empezaron a desbordarse. El crecimiento descontrolado complicó las operaciones y puso en riesgo la estandarización del producto. Tuvimos que dar un paso atrás en la cadena de valor y empezar a trabajar mano a mano con nuestros principales proveedores”, recuerda Naranjo uno de los peores momentos de la empresa.
A por los 7M de euros de facturación
A los 50.000 euros fundacionales, no han tenido que añadir más inversión aunque ahora se apoyen en un modelo de financiación anticipada de proveedores por una estimación de consumo a un periodo determinado. En cuanto a la facturación, que en 2022 fue de 714.598,09 euros, lograron convertirla el año pasado en 3.375.885,42 euros. La previsión para el año en curso es cerrarlo con 7 millones de euros facturados. El delivery representa el 65% del volumen de ingresos anuales.
El propósito es que la tortilla española siga avanzando hasta conquistar parte del mundo, aunque los planes de internacionalización, conforme a su plan estratégico, no los acometerán hasta 2027, empezando por las principales capitales europeas antes de dar el salto al continente americano. “La entrada por Miami y la llegada a Nueva York nos motiva en exceso”, afirman.
Una marca viral
En cuanto al nombre de La Martinuca, encuentra su explicación de Martina, la abuela de Víctor Naranjo, que así llamaba a sus tortillas. “Esa mujer que hoy con 97 años te hace una tortilla sin preguntar cómo la quieres, porque ya lo sabe. Una mujer de siempre, apasionada de la cocina, de gesto sencillo y amor redondo. La Martinuca es ella, somos nosotros, y es cualquiera que alguna vez haya sentido que una tortilla podía tener el poder de detener el tiempo”, explica el nieto.
La marca ha conseguido realizar más de 500 colaboraciones con creadores de contenido de forma orgánica. Aseguran que lo hacen de forma desinteresada, por el mero hecho de que “algo en nuestra tortilla toca dentro”. Suponemos que algo ayudará la popularidad de María Pombo y Natalia Coll, también influencer.
Reconocimientos a la idea de negocio tampoco les han faltado, aunque no se dan por satisfechos. “Nuestro verdadero premio será conseguir que España crea en el propósito de convertir la tortilla española en un icono gastronómico mundial y que entre todos lo hagamos realidad”, concluyen