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El negocio de las moléculas

Se nota que Josep María Gibert procede del mundo académico cuando explica, con tono didáctico y aire afable, que su tecnología –única en Europa– determina la composición exacta de bebidas, ...

31/03/2011  Redacción EmprendedoresCasos de éxito

Se nota que Josep María Gibert procede del mundo académico cuando explica, con tono didáctico y aire afable, que su tecnología –única en Europa– determina la composición exacta de bebidas, drogas, alimentos, petróleo, fármacos, aire y agua. Recuerda, sin esconder la nostalgia, el trabajo que realizó en la NASA junto a Joan Oró, uno de los grandes bioquímicos de nuestro tiempo.

En medio de la euforia espacial que desencadenaron misiones como la del Apollo XI en 1969, Gibert tomó contacto con los primeros equipos de cromatografía y espectrometría de masas que demostraron una gran utilidad en el análisis de las moléculas procedentes de la superficie lunar.

Terminado el doctorado en Houston, Gibert regresó a España, en 1973, para estudiar medicina y ejercer de profesor de química analítica en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Cuando abandonó definitivamente el mundo académico, ya tenía en la cabeza la semilla de un proyecto empresarial que acabaría siendo el germen del grupo Konik, con la firma Konik-Tech como marca comercial. Su capital inicial fue de un millón de las antiguas pesetas.
En 2007, los analizadores moleculares fabricados por la empresa del doctor Gibert ya estaban presentes en 57 países de los cinco continentes. Aquel año crecieron un 11,4% y la facturación rozó los 2,5 millones gracias a las exportaciones, próximas en volumen al 90%. Puertas adentro, entre sus principales clientes en España se encuentran Font Vella, Bayer, Agbar, CSIC, las Fuerzas Armadas, universidades y laboratorios oficiales de varios ministerios.

Con viento a favor

La tecnología desarrollada comprende un abanico de aplicaciones tan amplio que su mercado ronda los 20.000 millones de euros. “Encaramos el futuro con optimismo a pesar de la fortísima competencia que soportamos por parte de cinco empresas americanas y una japonesa que operan con divisas favorables frente al euro”, señala Josep Maria Gibert.

No hay duda de que el grupo Konik navega con viento favorable. En 2008, los ingresos por ventas sumaron 2,6 millones de euros mientras que a finales de 2009 se obtuvieron casi cuatro millones. Incluso el año pasado, en plena crisis, superarán los cinco millones. Para conseguirlo, están centrando su apuesta en los centros de investigación más importantes del mundo además del desarrollo de nuevos productos que diversifiquen su oferta. Cada año invierten cerca del millón de euros en I+D (comprar un equipo Konik puede oscilar entre los 150.000 y los 200.000 euros). Un ejemplo de lo expuesto, sería la nueva generación de analizadores clínicos que, entre otras prestaciones, facilitan un diagnóstico muy precoz del cáncer de próstata.

CREANDO AL DISTRIBUIDOR FRANQUICIADO

El negocio de las moléculas

En Konik presumen de haber creado la figura del distribuidor franquiciado. Para alcanzar tal categoría, debe cumplir tres requisitos. Primero, demostrar solvencia financiera que acredite que puede comprar el equipo. Segundo, cuando el distribuidor ha realizado la inversión, se debe comprometer a entrenar a su personal en las instalaciones de Konik durante un mes. “Dicho esfuerzo significa compromiso para nosotros”, asegura Josep Maria Gibert. Por último, se pide un plan de marketing donde se especifiquen los clientes objetivo para su posterior aprobación.

Redacción Emprendedores