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40 años liderando el sector de la cosmética profesional

Heredó de su madre la pasión por la estética y por el mundo de la empresa. De ella, fundadora de la firma, también mantiene un lema: “La suerte no existe ...

14/08/2009  Redacción EmprendedoresCasos de éxito

Lleva toda una vida al pie del cañón. Y lo que le queda. “No tengo intención de pasar el testigo”, afirma Jesús Vidal. Así de vital y, a la vez, de sereno se muestra el presidente de Germain de Capuccini. La firma española se centró, desde sus inicios, en la comercialización exclusiva en centros de estética de su propia cosmética y tratamientos. Esta especialización “fue una decisión importante y clave en el negocio. El otro hito fue apostar por la exportación de nuestros productos y de nuestras técnicas”, cuenta Vidal. A día de hoy, asegura que “el esfuerzo ha merecido la pena”, pero reconoce que “fueron años duros, porque renunciabas a mucho, sobre todo a la familia”.

EMPRENDEDORES. ¿Por qué se decidieron por el segmento de la cosmética profesional?
Jesús Vidal. Fue una decisión sencilla. En la familia nos dedicábamos a la estética y a la peluquería y de esas dos ramas elegimos la primera. El problema es que en España no había suficientes productos profesionales y, al principio, los traíamos de Francia; hasta que decidimos hacer una línea propia. Apostamos por este camino, porque era lo que conocíamos, lo que nos gustaba y lo que sabíamos por donde tenía que ir. Y lo hicimos, también desde el principio, con la tecnología y los mejores profesionales de la farmacia y de la química. Empezamos a hacer fórmulas, a fabricar y a crecer.

EMP. ¿La cosmética tiene mucho de tecnología?
J.V. La cosmética es tecnología. Siempre hemos apostado por ella para ofrecer la máxima calidad. Tenemos un departamento de I+D, otro de calidad, otro de control microbiológico… Nuestros productos se someten a test de eficacia y controles de calidad, antes, durante y después de cada proceso. Esto se lleva a cabo en colaboración médico-esteticista, para garantizar la seguridad y los resultados. La investigación ha sido nuestra apuesta. También porque empezamos a vender al extranjero y, en muchos países, nos pedían unos requisitos para entrar, incluso hacía falta una demostración de efectividad de los productos. Así que no había más remedio que investigar y tener dotado un laboratorio que hoy en día, con 18 técnicos superiores, es de los primeros en cosmética.

EMP. Germaine de Capuccini tiene 25 líneas y más de 440 productos. Cada año produce una media de 25 lanzamientos y 15 promociones. ¿Su público demanda una oferta en continuo crecimiento?
J.V. La innovación continua es clave en este sector. Creo que vamos más deprisa que el mercado. Si coges una revista y lees los principios activos de cualquier producto, puede que los hayamos dejado de fabricar, porque para nosotros ya han tenido su ciclo de vida. Estamos obligados a avanzar. Investigamos todos los descubrimientos que hay en medicina que se adaptan a la belleza o a la estética. Luego se estudia el mercado y sus tendencias. Es un proceso largo en el que se hacen miles de fórmulas y, al final, algunas se descartan.

EMP. ¿Se comete mucha locura en estética?
J.V. Esto ha pasado años atrás, pero ahora la legislación española es de las más restrictivas. La cosmética española está a la altura de las mejores, como la francesa o la alemana. Y es segura porque todo parte de un proceso larguísimo de innovación seria. Hay un montón de principios activos que se borran de las listas y nadie puede tocar. A lo mejor alguien lo hace, pero supongo que por ignorancia.

BAGAJE INTERNACIONAL

Además de la especialización y de la innovación continua, otro punto clave de Germaine de Capuccini reside en la expansión internacional que se inicia en 1978, con la distribución de productos en Venezuela.

EMP. ¿La exportación era un objetivo desde el principio?
J.V. No lo teníamos claro. Fue fruto de la casualidad. Me encontré en un cóctel con un español que vivía en Venezuela. Nos caímos muy bien y hablando del tema me dijo: “¿Por qué no trabajamos en esto un tiempo?”. Y, ¿por qué no? A partir de ahí, se montó todo. Si no hubiera sucedido entonces, habría sido más tarde; pero pasó hace 30 años. Y esto requería un esfuerzo económico y de personal importante, porque a medida que crecíamos hacía falta gente, y era tan difícil encontrar una secretaria que hablara chino, como inglés.

EMP. ¿Qué ha sido lo más complicado de esta expansión?
J.V. La homologación de las fórmulas o, más que de las fórmulas, de toda la parafernalia de la que viven las administraciones sanitarias de cada país. Eso es lo más complicado porque tú localizas un partner adecuado en un país, estás dos, tres o cinco años gastando dinero y trabajando sin ingresos y, muchas veces, no consigues hacer nada y tienes que irte. La cosmética no se trata sólo de comprar una cosa que otro vende. Necesitas muchas autorizaciones para entrar con tus productos por la aduana. En este sentido, ahora, el país más difícil es China (en 2005, Germain de Capuccini constituye en este país, con otras tres firmas españolas, el primer consorcio de cosmética, denominado World Beauty España).

EMP. ¿Qué medidas han puesto en marcha frente a la crisis?
J.V. Desde febrero de 2007, aseguramos al máximo todas las operaciones, bajamos un poco los lanzamientos, pero aumentamos la publicidad y el márketing. Las relaciones públicas y una buena comunicación del valor de marca son más importante ahora. Controlamos los gastos y las inversiones, pero el personal no se toca.

Carmen Vidal, la semilla de una gran empresa familiar

Es imposible hablar de Germain de Capuccini sin citar a Carmen Vidal, madre del actual presidente. Su hijo la recuerda como una mujer “enérgica, apasionada y vital”.

Pasión por la estética
Desde niña conoció los secretos de la belleza femenina en Argel y aprendió las técnicas cosméticas en París, experiencias que le permitieron, en 1964, abrir el salón Dermabel, en Alcoy (Alicante). En 1975, abre la primera factoría dotada de laboratorios y salas propias de fabricación, envasado, oficinas y almacén. Germain de Capuccini se constituye como sociedad en 1978. Hoy, es una de las empresas de cosmética profesional más importantes del mundo. “Han cambiado las circunstancias, pero no la filosofía porque Carmen Vidal empezó con sus hijos. No heredamos algo, sino que empezamos juntos. Éramos seis personas. Entre ellos mi madre, alguna de mis hermanas y yo. A mí me gustaba la cosmética en sí, pero había que venderla, así que con 20 años cogí la dirección comercial, quizás porque era el menos malo en ese momento, y la he llevado hasta hace cuatro o cinco años (Ahora está a cargo de su hijo Raúl Vidal)”.

Dedicación al trabajo
Jesús Vidal asegura que, profesionalmente, ha aprendido dos cosas de Carmen Vidal. “Una, que con persistencia se consigue lo que uno quiere. Y la otra, a tratar con seriedad a la gente que te rodea y a darles el cariño que te gustaría recibir de ellos”. También ha hecho suya una máxima de su madre: “Suerte es que te toque la lotería. En los negocios no existe la suerte, pero si pasa por mi puerta, que me pille trabajando”. Y a eso se ha dedicado incluso muchos sábados, domingos… y lo que le queda: “Yo me moriré en la empresa, pero eso no quiere decir que no pase el testigo. Todo está encaminado para que el negocio vaya bien”.

Redacción Emprendedores