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De cero a diez: el ciclo completo de Javier Andrés al frente de Ticketea

En diez años Javier Andrés ha sido capaz de montar una startup, escalarla, internacionalizarla y venderla.

09/04/2020  Ana DelgadoCasos de éxito

En diez años Javier Andrés ha sido capaz de montar una startup, escalarla, internacionalizarla y venderla.

Desde abril de 2018 Ticketea pertenece a Eventbrite, empresa estadounidense líder en la venta de entradas online y en la creación y promoción de eventos. En su momento la venta se cifró en torno a 10 millones de euros el cierre de la operación. Javier Andrés ni confirma ni desmiente, pero sí reconoce que tuvo “una salida financiera buena”, lo que le permite tomarse las cosas con calma. Ahora disfruta de la familia, lee mucho y, hasta hace unas semanas, viajaba por aquello que dicen de que “si la vida es un libro quien no viaja no pasa del primer capítulo”. Pero, ¡ojo! que no está de año sabático. Javier Andrés no se ha retirado del emprendimiento.

La historia de ticketea en mudanzas

Las mudanzas pueden ser un buen barómetro para medir el crecimiento de un proyecto, “bueno, o de mala planificación, según se mire”. La primera la hizo Javier Andrés en un taxi, todo embalado en una caja. Los primeros pasos de ticketea se dieron en un pequeño despacho alquilado dentro de una empresa mayor. Espacio más que suficiente para Javier Andrés y el ingeniero informático que le ayudó a aterrizar la idea.

Procedente del mundo de la consultoría, Andrés tuvo oportunidad de ver muchos proyectos relacionados con internet. “En mi cabeza tenía el recuerdo de una historia familiar de un tío de mi abuelo que tuvo que emigrar a Venezuela y, al llegar allí, se dio cuenta de que no había pinzas. Las patentó y por cada pinza que vendía se llevaba un pequeño royaltie, hasta que se hizo rico, al menos eso me parecía. Cuando empecé trabajar en internet en el año 2005 pensé que esa era la Venezuela de los años 30 porque aún estaba todo por inventar”.

Lo que inventó Ticketea en el año 2009 fue otra forma de crear y publicitar eventos de manera que cualquier persona que quisiera anunciar un evento y poner las entradas a la venta pudiera hacerlo en un proceso digital. Era el momento del boom de las plataformas donde, haciendo el papel de intermediador, podías triunfar uniendo oferta con demanda. Así estaban haciendo negocio empresas como Apple, Facebook, Amazon.

Andrés vio el nicho en la industria de los eventos, pero no como un momento Eureka, sino por una serie de combinaciones que pasaron por su vida en ese momento. “Me llamó un amigo para proponerme un planazo ese verano, que era hacer el Mongol Rally. Como me parecía una locura, le dije que ni de coña pero me comprometí a ayudarle a conseguir los 18.000 euros que necesitaba para financiar el viaje. Al más clásico estilo universitario, empezamos a organizar fiestas benéficas. Cuando vimos que eso no conducía a ningún lado es cuando surge la idea de habilitar una taquilla online”.

Profundizando algo más, se da cuenta de que el sector del ticketing, en ese momento, es la tercera categoría que más volumen de negocio genera a través de ecommerce, detrás solo de los vuelos y los hoteles. No fue el primero en observarlo. Existían ya alrededor de 45 plataformas, muchas de ellas respaldadas por los bancos y centradas en la venta de entradas para cine, conciertos y en grandes eventos deportivos. No había ninguna que democratizara o simplificara el proceso para que cualquier persona pudiera crear su evento, publicarlo y venderlo online. Y esa especie de Ebay para eventos orientado a la larga cola que significó Ticketea en su momento, es lo que marcó la diferencia.

Para acelerar el desarrollo, tuvieron que fichar a una tercera persona. Ya con tres, el despacho se quedó pequeño. Se mudaron entonces a un piso en la calle San Bernardo de Madrid, un piso sin cobertura y sin luz por el que pagaban 800 euros al mes en concepto de alquiler “que ya nos parecía un dinero, pero al menos cabíamos 6 o 7 personas”. Esta fue la dirección que le dio Andrés al taxista y donde el equipo permanecería apenas un año dado que el proyecto empezó a crecer más de lo esperado.

Cuando empieza a comercializarse en España el Iphone con la cámara y la posibilidad de leer códigos QR, ellos lanzan la aplicación de Ticketea CheckPoint, otro acierto impulsado por las circunstancias y que les convirtió en la plataforma líder del sector musical. En 2013, Ticketea se convierte en la primera empresa española en captar capital -3M de euros- de Seaya Ventures que luego invertiría en otras de la calle de Glovo o Cabify.

Cada vez eran más. Y así, conforme fueron escalando se iban trasladando. De San Bernardo a Quevedo, de aquí a Marqués de Lema, luego a la calle Zurbano. Aquí, en esta última sede Ticketea llegó a transaccionar más de 100 millones de euros emitiendo más de 5 millones de entradas. Es en ese momento cuando inician las negociaciones del exit con Eventbrite que terminaría con el equipo en El Paseo de la Habana, sede actual de Eventbrite en España.

“La oferta llegó en un momento en el ya éramos rentables, pero tampoco crecíamos de una manera tan loca. La forma de seguir creciendo era integrarse en otro más fuerte y de todos los que había para nosotros, sin duda, Eventbrite era la pareja perfecta para seguir creciendo”.

El matrimonio de la hija con el americano

La operación de venta se cierra en 2018. Javier Andrés aceptó la propuesta de apoyar a Eventbrite en la integración. Determinados servicios y procesos que se hacían desde San Francisco ahora se han trasladado a España y son los equipos de ingeniería en Madrid los que se encargan de gestionar los pagos que se hacen a nivel internacional. Andrés estuvo algo más de un año colaborando con el equipo de Eventbrite hasta que pasaron 10 años desde que montó la compañía desde cero. Entonces pensó que el círculo se había cerrado y que había llegado el momento de desvincularse totalmente del proyecto, aunque para ello tuviese que dejar mucho dinero encima de la mesa en forma de stock options.

“Claro que sientes cierta nostalgia y el equipo de siempre me animaba a seguir. Yo les dije, esto es como cuando tienes una hija. La quieres, la crías, la dedicas todo el tiempo del mundo, la educas…hasta que llega un día en el que la niña te dice que se casa con un americano y cuando eso pasa, pierde hasta el apellido y tienes que retirarte y dejarla que haga su vida… La posibilidad que te da el éxito financiero, tener una cuenta corriente más alegre que antes, es la libertad de hacer las cosas que quieres y que consideras interesante. Yo decidí ejercer esa libertad”.

El día después

En esto Javier Andrés se comportó como la mayoría de los mortales. A los pocos días de marcharse de Eventbrite, fue a darse de alta en el INEM como demandante de empleo. Entonces aprendió otra lección y es que los administradores únicos no tienen derecho al paro, bromea.

A sus 39 años se siente con fuerzas para montar algo más, al menos otros dos proyectos, con un ciclo de 10 años para cada uno. Se plantea tres opciones: montar algo desde cero, como hizo con ticketea; subirse al carro de otro proyecto interesante con cierta tracción pero necesitado de experiencia de negocio; o acercarse al mundo inversor. Tiene claro, eso sí, que le gustaría que fuese algo con impacto social positivo y que generase empleo. El resto, lo deja un poco al azar consciente de que el éxito de un proyecto no garantiza un segundo y de que el trabajo duro y la capacidad de diferenciar el producto están casi a la misma altura que el factor suerte. “Esto es importante decirlo, aunque quede mal. Como empresarios, hay cosas que podemos controlar, pero luego hay otros componentes que tienen que ver con estar con el sitio adecuado, en el momento adecuado, coger la ola…de cosas externas que no dependen de ti y que también son fundamentales para obtener el éxito”.

Ana Delgado