A esos primeros jamones ibéricos le han seguido unas 10.000 piezas más hasta abril pasado, lo que ha supuesto unas ventas de casi un millón de euros, todo un hito para esta empresa salmantina, cuyas previsiones más optimistas cifraban una facturación anual de dos millones de euros.
Con ese primer envío también finalizaba un periplo de varios años de duración para conseguir unas piezas ad hoc a la normativa americana, que exige la ausencia total de la bacteria listeria (la legislación europea permite que esté presente en unos porcentajes determinados).
Fermín frente a Goliat
Pero, ¿cómo se las va a arreglar esta empresa ubicada en el pequeño pueblo de La Alberca para abastecer el enorme mercado estadounidense? ¿Qué estrategias comerciales y de márketing utilizará? ¿Cómo se puede convencer al consumidor foráneo de las virtudes de un producto caro y que no conoce?
Para empezar, “cuando en 2005 recibimos el visto bueno del Ministerio de Sanidad norteamericano para producir, lo primero que hicimos, casi al mismo tiempo que arrancar la elaboración de las piezas, fue constituir Fermín USA, participada al 51% por Embutidos Fermín, el cocinero José Andrés y una importadora de EEUU”, explica Santiago Martín, hijo de los fundadores y gerente de la compañía. Santiago incluso se desplazó varias veces a EEUU para estudiar el mercado y buscar localizaciones donde guardar los preciados jamones. El resultado: unos almacenes en New Jersey, en régimen de alquiler.
Solución logística. Resuelto el problema del almacenamiento, quedaba por ver el tema logístico. En un principio, las mercancías se enviaron por avión, pero actualmente utilizan los contenedores marítimos: el producto tarda aproximadamente un mes desde que sale de Salamanca hasta que se comercializa. “La travesía dura 12 días, luego la carne es sometida a diversos análisis en el puerto de EEUU. Hasta ahora hemos enviado seis contenedores, pero pretendemos enviar unos 15 al año. En cada uno caben alrededor de 12.000 piezas”, indica Martín. Por esta vía tarda más, pero el coste es menor y se pueden enviar mayores volúmenes. El transporte aéreo encarecía en tres euros el kilo de jamón, mientras que cada contenedor cuesta unos 3.600 euros.
Un enfoque gourmet. Hasta ahora los productos de Fermín (lomos, jamón serrano, paleta ibérica y jamones ibéricos) se venden exclusivamente en tiendas gourmets y se pueden degustar en restaurantes de alta gama. Se distribuyen a través de 30 establecimientos, uno de ellos opera por Internet. Las grandes cadenas serán el siguiente paso en el viaje del jamón por tierras americanas: “Estamos trabajando en el loncheado, para que el ama de casa lo pueda encontrar en puntos de venta más normales”, aclara.
Investigando en torno al jamón. El encarecimiento del precio del jamón que exportan a EEUU, comparado con los precios de España, no se debe sólo a los portes: cumplir con las exigencias sanitarias encarece los costes algo más del 20%. La última ampliación del matadero para adaptarse a las normas norteamericanas supuso 1,7 millones de euros. “Las inversiones totales para este tema han sido de casi 5,5 millones de euros”, comenta Manuel Andrés, colaborador de Fermín. Otra partida que ha supuesto grandes inversiones es la I+D: el presupuesto es de 2,4 millones de euros para 2008.
Nuevas exportaciones
¿El próximo reto? Exportar el de bellota (proveniente de cerdos alimentados con dicho fruto). Éste, que requiere de mayor tiempo de curación que el ibérico, se presentará al público este mes de julio. “Y las perspectivas son buenas, porque la producción es pequeña, menor que la del ibérico”, señala Martín.
También habrá que ver cómo afecta la apertura de nuevos mercados, como el chino, y el esperado aumento de la demanda de uno de los mayores exponentes de la gastronomía nacional. Quién sabe: quizás tengamos en nuestras manos, sin saberlo, el próximo oro negro.