¿En qué situación se encuentra ahora mismo el sector biotecnológico español? La única referencia fiable la tenemos en la fundación Genoma España que, cada dos años, publica el informe Relevancia de la Biotecnología en España. Según su último estudio, correspondiente a 2009, el impacto económico de este sector en nuestro país asciende a 8.189 millones de euros (cerca del 0,8% del PIB español) y genera directa e indirectamente 63.300 puestos de trabajo.
Entre 2000 y 2008, el número de empresas biotecnológicas creció un 239% y la facturación se multiplicó casi por cuatro, situándose en 706 millones de euros, mientras que el número de empleados aumentó un 930%. Estamos en plena fase de expansión, creciendo anualmente un 3,5% más de lo que lo hace Estados Unidos, aunque allí el sector tiene un tamaño casi tres veces mayor.
En cuanto a las previsiones a corto plazo, el informe de Genoma España pronostica que en 2010 se habrá alcanzado ya un 1,2% del PIB y se dará empleo a 107.000 empleos, mientras que en 2012 se llegará al 1,6% del PIB y ocupará a 160.000 personas.
La crisis ha traído a primera página la necesidad de transformar la economía española, dejando atrás el viejo modelo del ladrillo y el turismo de sol y playa para ahondar en el desarrollo de otros sectores de mayor valor añadido.
La biotecnología encaja perfectamente en esa categoría de actividades innovadoras en la que todo país que quiera estar a la cabeza de la economía mundial debe convertirse en una potencia.
Se trata de un sector todavía embrionario en nuestro país, pues apenas supera el 1% del PIB, pero su repercusión sobre el conjunto de la economía muestra un enorme potencial. “La biotecnología posee la capacidad de afectar a sectores que generan el 20% del PIB, entre ellos el de la medicina, farmacia, la energía, el medio ambiente, y los mercados agroalimentario y químico, etc.”, afirma Rafael Camacho, director general de la fundación Genoma España.
¿Pero qué se incluye dentro del marco de la biotecnología? Camacho explica que “dependiendo del sector en el que se aplica, la biotecnología se ha dividido en varios tipos: biotecnología blanca (industrial), roja (de la salud), verde (sectores agrícola, ganadero y forestal) y azul (marina y de acuicultura). Así, tiene gran impacto en todos los sectores industriales y económicos. Estas aplicaciones van desde la biotecnología clásica para el desarrollo de fármacos hasta, por ejemplo, la producción de un nuevo material para envasar alimentos. Por tanto, ha de ser entendida como un sector horizontal, que incide en gran variedad de industrias, generando productos de alto valor añadido y repercutiendo en la calidad de vida de las personas y en el medio ambiente”.
RADIOGRAFÍA DEL SECTOR

Según Isabel García, secretaria general de la Asociación Española de Bioempresas (Asebio), “la biotecnología está teniendo una rápida evolución en nuestro país. Hace 10 años todavía era un sector emergente, por lo que el potencial de desarrollo es altísimo. Somos punteros en varias áreas del ámbito de la salud, sobre todo en oncología y neurociencias, además de tener un avanzado pipeline en el área de biotecnología industrial.
Asimismo, España es el mayor productor comunitario de Organismos Modificados Genéticamente, con 76.000 hectáreas y un índice de adopción récord del 22%, posicionándonos en el decimocuarto lugar”.
Así, señala que “de entre todos los miembros de la OCDE, España experimentó el mayor crecimiento entre 2004 y 2006 en número de empresas con actividad biotecnológica (un 53%) y en empresas completamente biotecnológicas (por encima de un 30%).
“En 2006 ocupábamos el octavo lugar en número de empresas completamente biotecnológicas, justo detrás de Holanda y delante de Suiza, Finlandia y Austria. El reto está en continuar con estas cifras y mejorar el número de patentes, potenciar la financiación privada y la internacionalización”, asegura García.
Pero la expansión no se debe quedar sólo en el mundo académico o los laboratorios. “Se ha creado un tejido industrial de una notable dimensión que ha surgido principalmente del ámbito público, de las universidades en su mayoría, si bien los grandes grupos industriales han tenido mucho que ver en la formación de otras empresas.
Del mismo modo, se ha ido formando un entramado de infraestructuras como la creación de bioincubadoras y parques científicos que han permitido dar servicio a las empresas más jóvenes y un impulso inicial con asesoramiento y ayudas”, reseña la secretaria general de Asebio. Y a la par de este impulso desde la Administración, Isabel García añade la paulatina creación de fondos de capital riesgo especializado.
PRINCIPALES BARRERAS
A pesar del crecimiento de los últimos años, todavía estamos ante un segmento económico incipiente. Éstas son algunas barreras:
– Financiación. “Todas las empresas de biotecnología se enfrentan a la falta de capital o inversión”, lamenta Michael Sohn, director general de Biotools. Las compañías han de recurrir a préstamos personales avalados por los fundadores, préstamos participativos, etc., puesto que el capital riesgo puro y duro aún se muestra esquivo.
La responsable de Asebio señala que “una vez conseguidos los créditos o subvenciones iniciales para crear una spin off, todavía no existen muchos recursos para captar fondos para poder realizar desarrollos posteriores”.
García reconoce el esfuerzo de algunos fondos de capital riesgo especializados (Suanfarma, Ysios Capital Partners o Cross Road Biotech, entre otros), pero considera que no es suficiente y afirma que “a veces la única salida es aceptar ofertas de compra de grandes laboratorios si no se tiene capital suficiente de rondas de financiación o para salir al mercado bursátil”.
En este sentido, algunas empresas están buscando la inyección de capital necesaria mediante el desembarco en el parqué a través del Mercado Alternativo Bursátil.
Desarrollos largos. Al problema de la financiación hay que añadir que los resultados no son inmediatos, sino fruto de años de trabajo. “Los procesos asociados al desarrollo suelen ser costosos y requieren varios años –de 10 a 15 años en el caso de un producto farmacéutico–, de modo que necesitan respaldo económico durante un periodo de tiempo bastante largo”, anota Camacho.
– Hacerse un nombre. Que los posibles inversores y clientes del sector conozcan la empresa y confíen en los productos y servicios ofrecidos es una ardua tarea. Hasta que la compañía se hace un nombre, resulta difícil atraer capital o firmar contratos.
– Torre de marfil. “En ocasiones, es difícil establecer un flujo de comunicación con los posibles inversores. El equipo promotor generalmente proviene del ámbito universitario y posee una elevada excelencia técnica, pero carece de experiencia empresarial, lo cual aumenta la falta de entendimiento”, indica el director general de Genoma España.
Trabas legales. Rafael Camacho incide en “el complejo marco regulatorio que se aplica a los productos de origen biotecnológico, sobre todo porque que en muchas ocasiones retrasa todavía más su puesta en el mercado”.