La empresa de cosméticos Cocunat nació en 2013 “cuando nadie hablaba de sostenibilidad y lanzamos ese concepto de Toxic Free que incluía todo los principios del emprendimiento slow: respeto al medio ambiente, cuidado de las personas, sostenibilidad”, recuerda Sara Werner su CEO y cofundadora junto a Ignasi Faus. Hoy se han convertido en los auténticos referentes de su sector con unas ventas que en 2020 alcanzaron los 32 millones de euros.
El haber sido de los primeros en llegar a “la isla desierta” como la define Primitivo Roig, gerente de Clínicas W, puede ser una ventaja o una desventaja. “El ser de los primeros hace que mucha gente confíe en ti, pero también te genera muchos detractores: gente que no se lo cree, que se posiciona en contra, me han llegado a vetar en algunas instituciones, pero la UE lleva desde 2019 haciendo hincapié en la regulación de los ingredientes nocivos”, insiste Werner
Algo en lo que coincidió Roig, pionero en odontología slow, “yo también tuve muchos detractores al principio porque había muchos compañeros que no lo entendían o que directamente lo criticaban, y ahí te das cuenta de que a lo mejor es necesario explicarlo más o mejor”.
Uno de los retos es saber hacer dinero sin generar toxicidad. “Lo bueno y lo interesante de esta forma de emprender es que puedes hacer negocio de forma limpia y generar dinero. En nuestro caso, cuando empezamos a hablar de hacer nuevas formas de hacer cosmética decían que íbamos a acabar con el sector químico y cosmético tradicional, pero demostramos que todo lo contrario: que había una nueva alternativa de mercado con otros valores que era capaz de generar empleo y riqueza”, insiste Werner.
A lo mejor se trata, como señala Roig, “no tanto de vender más sino de vender mejor”. “Exacto. Cuando ves a la gente llevándose siete camisetas blancas siempre pienso, gasta más en una que te dure más y es más sostenible. En Cocunat creemos que es mejor utilizar menos productos, pero de más calidad. Creemos en el minimalismo de la propia cosmética”, afirmó Sara Werner.
En su opinión, “el concepto slow equivale no solo a sostenibilidad sino a promover una empresa con un lado más humano, tanto desde el punto de vista de la conciliación como del equipo y del producto. El planeta nos está pidiendo un cambio ya.”
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