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La vida literaria del emprendedor convertido en protagonista de una novela

Nacido como Ceferino Carrión, murió como Jean Leon. Convirtió su restaurante La Scala en el lugar de encuentro preferido de todos los grandes de Hollywood de los años 50 y ...

08/03/2018  Redacción EmprendedoresCasos de éxito

“Su aversión al miedo, la tenacidad para perseguir sus sueños, la manera de pensar en grande procediendo de una familia humilde, su visión, su capacidad de ir contra corriente para innovar en un sector tan maduro como es el vitivinícola y hacerlo en una zona de arraigo como el Penedés…”. Son algunos de los valores de la personalidad de Ceferino Carrión que dice Martí Gironell que le cautivaron del personaje para inspirarle su última obra, ‘La fuerza de un destino’, galardonada el pasado 5 de marzo con el Premio Ramón Llull de Novela.

No es el primero que se siente atraído por la personalidad de Ceferino Carrión, vs Jean Leon. Ya antes había motivado a Sebastián Moreno, en su libro ’El rey de Beverly Hills’, o Agustí Vila en el documental ‘3055. Jean Leon’. El número en esta última es importante porque representó mucho en la vida de su protagonista. Corresponde al número de la licencia del taxi que Ceferino Carrión condujo durante un tiempo en Nueva York. Ahora da nombre a alguno de sus prestigiosos vinos.

Antes había fundado La Scala, el restaurante más querido y frecuentado por los artistas de Hollywood en los años 50. De Jean Leon se dice que llegó a brillar más que las estrellas, pero ¿qué queda hoy de su imperio?

Una vida de película

Nacido en Santander el 28 de abril de 1928, fue bautizado con el nombre de Ángel Ceferino Carrión Madrazo, “Cefe”, que es como le llamaban sus 8 hermanos. Un incendio en la casa familiar provoca el traslado de toda la familia a Barcelona y allí se quedan. En julio de 1941 fallecen su padre y el hermano mayor tras ser abatido el barco mercante en el que trabajaban como marines.

Es entonces cuando arranca la historia del hombre hecho a sí mismo. Tras trabajar un tiempo como planchista en Pegaso, en 1947 cruza a pie los Pirineos para irse a trabajar a Francia. Estando allí recibe una orden de alistamiento en España que no está dispuesto a acatar. Convertido en prófugo, decide marchar a Guatemala. En el octavo intento -para que nadie dude de su perseverancia emprendedora- logra en embarcarse como polizón en la bodega de un barco que pensaba que se dirigía a Guatemala, aunque el rumbo real era Estados Unidos.

Así, por accidente, llega a Nueva York. Durante su segunda noche en la ciudad, le roban la documentación mientras dormía en un parque y aprovecha la ocasión para nacionalizarse en EEUU con el nombre de ‘Justo Ramón León’. Lo hizo sin nostalgia porque, según su hermana Ana, a él nunca le gustó su nombre. Bajo este nombre trabaja como fregaplatos, recogeplatos o de taxista. Tiempo después traslada su residencia a Los Ángeles, donde cambia de nuevo el nombre por otro con más proyección: el definitivo Jean Leon. Ya en Hollywood encuentra trabajo en dos locales de moda, el Villa Nova y Villa Capri, éste último propiedad de Frank Sinatra, quien le enseñó a moverse en esos ambientes donde conocería a muchas estrellas de la época dorada del cine, como Natalie Wood, Grace Kelly o James Dean, entre muchos otros.

De todos, fue James Dean quien más influyó en su nueva vida. Él fue quien le propuso asociarse para materializar el sueño que ambos compartían: crear el restaurante más prestigioso de Hollywood. James Dean fue, antes de su fallecimiento, quien aportó el capital necesario par montar La Scala, el nuevo restaurante que abre sus puertas el 1 de abril de 1956 en Beverly Hills Buolevard. A partir de entonces, este será el paso obligado de todas las celebridades de Hollywood. “Era un anfitrión maravilloso”, dice sobre él Paul Newman en un vídeo.

“Tenía una de esas personalidades que consiguen lo que se proponen” y, aunque muy preocupado en velar por la discreción de los actores, a él “le encantaba llevar un estilo de vida a lo grande” afirma de él su hijo, Jean A. Leon. Extrovertido, carismático, impetuoso, gran fuerza de voluntad e inteligencia son otros de los atributos que acompaña a la memoria de su padre.

El vino de las estrellas

Mientras tanto, su familia en España le dio por muerto después de 12 años sin tener noticias suyas y la imposibilidad del consulado de identificar al ciudadano de nombre Ceferino Carrión. Cuando regresa a España es en 1962 y lo hace siguiendo su otro gran sueño: conseguir el vino más exclusivo para su restaurante. Cuenta Martí Gironell que fue un famoso enólogo estadounidense quien le recomendó que saliese de California para crear unos caldos distintos. Así es como llega al Penedès, pero no para aprender sino para revolucionarlo todo.

Aquí adquiere 150 hectáreas de las mejores tierras de la comarca y le propone a Jaume Rovira, estudiante de enología y fiel escudero hasta el fin de sus días, incorporarse al equipo de la futura bodega. Lo primero que hace, contrario a la opinión de los tradicionales viticultores de la zona, es arrancar cepas y sustituirlas por vides de Cabernet Sauvignon, Cabernet Franc y Chardonnay procedentes de prestigiosas bodegas francesas. Una insólita decisión que dio lugar a la elaboración de los primeros vinos de Cabernet Sauvignon de España. En 1963 planta las cepas del viñedo “Vinya La Scala” del que sale el Vinya La Scala Cabernet Sauvignon Gran Reserva, el mismo que luego se sirvió en 1981 para la investidura del presidente Ronald Reagan en la Casa Blanca. Este mismo vino sería elegido en 1983 por la revista Wine, la más prestigiosa del mundo en el sector, entre los 8 mejores vinos del mundo.

A este le siguen muchos otros, todos con sus viñedos particulares y hoy bautizados con hitos y personas que fueron cruciales en la vida del emprendedor, como el Vinya Le Habre, en homenaje a un marinero que guardó silencio tras descubrirle como polizón, el Vinya Palau Merlot, en homenaje a Santander o toda la serie de los 3055, entre otros.

¿Qué queda?

En 1994 a Jean Leon le diagnostican una enfermedad grave y, antes de fallecer, decide dejarlo todo arreglarlo. Como muchos otros emprendedores, no estaba dispuesto a sacrificar el futuro de la empresa que con tanta ilusión había creado a los afectos familiares. Hombre práctico, pronto se dio cuenta de que ninguno de sus hermanos tenía capacidad suficiente para asumir la gestión del negocio. La decisión fue conferir su legado vitivinícola a la Familia Torres con la voluntad de dar continuidad a la bodega.

“A Jean Leon le diagnostican un cáncer terminal y decide dejar la propiedad de la bodega a su amigo Miguel Agustín Torres (año 1994), con la condición de que éste mantenga la filosofía y valores de su fundador. Desde entonces, la Familia Torres con Mireia Torres al frente desde 2010, ha mantenido este legado y ha seguido elaborando vinos de alta calidad que actualmente se venden a más de 40 países. Éstos vinos complementan y aportan valor al portfolio de Torres sobre todo a nivel on-trade. En 2013 la bodega Jean Leon realizó un reposicionamiento de marca manteniendo la filosofía de su fundador y mostrando a través de las etiquetas de sus vinos la apasionante historia de la vida de Jean Leon”, afirman desde el Grupo Torres. En cuanto al resto de la familia, aunque a veces visitan las instalaciones, “el vínculo con la bodega es meramente emocional”.

De La Scala que abrió en Hollywood poco se sabe, salvo que sigue funcionando bajo la regencia de su hija Gigi, con una nueva ubicación aunque conserve la tradición de la comida mediterránea, preferentemente italiana.

Más pobre es aún el legado en Santander, donde sólo queda su nombre plasmado en una calle en un homenaje tardío que la ciudad le hizo en 2006, más de 10 años después del fallecimiento a quiensu familia española acabó refiriéndose como «el tío americano».

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