La tienda creada por Jordi Armengol en el centro comercial L´illa Diagonal, de Barcelona, es la evolución de una generación de empresarios textiles. Su padre fundó una empresa de confección de pantalones, que se llama Aninoto, hace casi 40 años. “Trabajé en la empresa familiar durante siete años y hace tres empecé con el proyecto Cooked in Barcelona junto a un compañero que venía de la empresa Nike. Lo que buscaba era innovar en el sector de la confección, un área madura en la que hay que ser muy creativo para conseguir enfoques diferentes. De hecho, la gente te dice que estás loco cuando cuentas que vas a crear una marca nueva y que vas a fabricar en el país. En un contexto en el que se dice que el sector está en crisis, que todo se va a producir en China, que los pequeños van a morir y que sólo van a quedar los grandes, es complicado”, reconoce Armengol.
Pero decidió enfocarlo de forma diferente y lanzarse: “Pensamos que podíamos hacer algo distinto a lo que se hacía hasta el momento. Creemos mucho más en el producto y en el concepto y esto hace que trabajemos más en este sentido”, comenta.
Su objetivo es constituir “una empresa que dé a los consumidores soluciones de comodidad integradas en las prendas más que como fabricante de ropa de calidad y que sienta bien, porque dentro de poco esto no nos va a diferenciar”, dice.
Así, aunque su mercado es sobre todo femenino, ahora se plantea atraer al público masculino con la moda combinada con la tecnología. También intentan diferenciarse con su imagen de marca: “Un pollo muerto, listo para cocinar. Es un pollo simpático. Jugamos con el guiño a la cocina y con el sentido del humor y la ironía”.
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