Un los últimos meses, Eulen y Galletas Gullón están apareciendo con relativa frecuencia en la páginas de Economía de los medios de comunicación. Esto no debería ser raro, puesto que son dos empresas exitosas y que, a pesar de la crisis, no dejan de crecer y continúan con sus políticas de inversión. Sin embargo, el motivo por el que están haciendo correr ríos de tinta es otro: la confrontación en el seno de sus consejos de administración.

PROPIEDAD Y GESTIÓN FAMILIAR
Nos encontramos ante dos empresas en las que no sólo la propiedad es familiar, sino también su gran parte de su gestión. No obstante, hay que señalar algunas diferencias. En el caso de la galletera, se trata de una compañía centenaria, fundada por el bisabuelo de la actual generación, aunque actualmente sólo coincidan dos generaciones. Por el contrario, en Eulen sigue presente el fundador, quien se está encontrando con la oposición de parte de sus hijos.
Hijos en el accionariado. Manuel Badal, profesor de Ceste, indica que en los dos casos “ha habido situaciones familiares (el fallecimiento del padre o de la madre) que han hecho que los hijos tengan un paquete accionarial. Además, en las dos compañías el problema fundamental parte de la composición del consejo de administración. En él, los votos no corresponden a la composición porcentual de las acciones y del grado de propiedad de la empresa, sino que son votos nominativos”. Así, se produce la paradójica situación de que los progenitores, titulares de la mayoría accionarial, no han podido imponer su criterio.
Ejemplos de éxito. Tanto Gullón como Eulen presentan marcadas trayectorias de éxito. La primera no ha dejado de aumentar sus ventas en el último lustro y ha logrado consolidarse en una línea de beneficio en torno a 10 millones de euros. Además, su modelo se basa en la inversión constante. En 2003 amplió sus instalaciones productiva con la inauguración de Gullón II. Y ya está en marcha la construcción de Gullón III.
Eulen es todo un ejemplo de diversificación e internacionalización. Cabe recordar que la compañía es cabecera de un grupo que se completa con empresas como la bodega Vega Sicilia o la cárnica Valle del Esla, además de su presencia en Tres Provincias, promotora del proyecto de estación invernal de San Glorio, entre las montañas de León, Palencia y Cantabria.
Más allá de estas coincidencias, cada una de las compañías presenta unos antecedentes y una trayectoria particular en su conflicto empresarial-familiar que relatamos.
EXCESO DE CONFIANZA
La actual situación de Gullón es un auténtico culebrón, con tres procesos judiciales abiertos y dos bandos encontrados y difíciles de reconciliar. Por un lado, está la presidenta de honor de la compañía, María Teresa Rodríguez Sáinz-Rozas, viuda de José Manuel Gullón –fallecido en 1983–, su hija María Lourdes y el ya ex director general, Juan Miguel Martínez Gabaldón, miembro ajeno a la familia y presente en la empresa desde 1986. Y en la otra parte, los otros tres hijos (Félix, Hernán y Rubén) y los dos hermanos de la presidenta (Félix y Raúl). Todos ellos tienen derecho propio a formar parte del consejo de administración, excepto el ex director, que salió del órgano tras su despido.
Las fuentes del consejo consultadas hacen especial hincapié en que el conflicto de la compañía no era familiar en su nacimiento, sino que se trataba de una pérdida de la confianza de la mayor parte del consejo en el ex director general de la empresa. Fue en el momento en el que la presidenta se involucró en la defensa de Martínez Gabaldón cuando el problema transitó del ámbito empresarial al familiar.
Según estas mismas fuentes, la clave de la situación se encuentra en un abuso de la confianza depositada por María Teresa en el hasta entonces director general de la compañía, mientras que el consejo desconocía los aspectos que ahora son objeto de controversia.
ANOMALÍAS INJUSTIFICADAS
Los problemas comienzan cuando en una auditoría aparecen ciertas anomalías respecto a la titularidad de los terrenos donde se asienta Gullón II y por la imposibilidad de acceder al contrato de Martínez Gabaldón. Dichos terrenos resultaron ser propiedad del ex director, por lo que la compañía quiso adquirirlos para regularizar su situación y evitar problemas futuros. Pero Gabaldón propuso una fórmula de alquiler con derecho a compra por 20 años cuyos términos fueron considerados inaceptables por el consejo.
El ex director no quiso presentar otra alternativa y se optó por apartarlo de la empresa. El despido ha llegado a los tribunales y el juez lo ha declarado improcedente, merced a las cláusulas previstas en el contrato blindado de Martínez Gabaldón (cuyo contenido, recordemos, era desconocido para el consejo) y al apoyo de la presidenta, que ha declarado estar al corriente de todo. Gullón deberá pagar una indemnización de 8,9 millones –el ex director pedía 14 millones– o readmitirlo, así que el Consejo ha recurrido el fallo.
Además, hay abiertos otros dos procesos judiciales. El primero reclama el fin de la fiducia de parte de las acciones en manos de María Teresa. El segundo consiste en una querella criminal, presentada por el consejo y admitida a trámite, contra el ex director por estafa, estafa en bienes inmuebles, delitos fiscales y falsedad en contrato mercantil. Parece que el acuerdo de las partes es lejano, por lo que la resolución del conflicto dependerá de la decisiones de los jueces.
EL PATRIARCA TOMA EL MANDO
En Eulen ha sido el propio fundador, David Álvarez, quien ha dado los pasos necesarios para tomar las riendas del grupo y hacer valer su mayor cuota accionarial, lo que ha conducido a posiciones encontradas entre los miembros de la familia. La compañía se encuentra inmersa en un conflicto en el que Álvarez, apoyado por sus hijos Jesús David y María José y por Santiago Carrero –ex secretario del consejo–, defiende su postura frente al resto de sus descendientes, David, Pablo, Juan Carlos, Marta y Elvira.
La compañía no ha querido pronunciarse al respecto, pero parece que el punto de partida está en la pretensión del fundador de sacar la empresa a Bolsa, lo que aseguraría la pervivencia de la compañía en el futuro pero restaría poder decisorio a la familia. Álvarez ha declarado en los medios que el objetivo de esta salida a Bolsa es evitar enfrentamientos familiares en su sucesión, pero no está claro si esta medida es causa o consecuencia.