Fundada en 1941, Persán es uno de los fabricantes de detergente más conocidas de España. Con una facturación de 423 millones de euros anuales, la compañía experimenta ahora un cambio en su dirección, tras el fallecimiento de su anterior presidente, José Moya. Su esposa -y nieta del fundador de la compañía, Concha Yoldi, tomó el pasado marzo el relevo en la dirección de la empresa familiar.
De esta forma, Concha Yoldi continúa con la filosofía familiar de Persán, que en 2020 alcanzó una facturación de récord: 423 millones, un 22% más que el ejercicio anterior. Además, la compañía está inmersa en un ambicioso plan de expansión internacional, con el foco en Polonia y Francia.
A sus 66 años, Concha Yoldi es la heredera de Persán, y asume el cargo de presidenta después de 25 años ocupando el sillón de la vicepresidencia. Dentro de la compañía familiar, la empresaria ha pasado por casi todos los puestos: jefa de compras, directora de compras o miembro del comité de dirección han sido algunas de sus ocupaciones durante las últimas décadas.
Además, Concha Yoldi lleva años trabajando en la Universidad de Sevilla, donde es presidenta del Consejo Social de la institución educativa. “Yo digo siempre que soy un compendio de las dos cosas, de la universidad y de la empresa. Mi abuelo paterno fue el primer catedrático de Química Inorgánica de la Universidad de Sevilla y mi abuelo materno fue quien fundó Persán. Yo soy el resultado de ambas formaciones”, explica Yoldi a El País.
La llegada de Concha Yoldi al cargo de presidenta de Persán es, en sus propias palabras, “una clara apuesta por la continuidad”. En este sentido, su equipo directivo seguirá formado por miembros de la familia e históricos de la compañía. Además, la familia de Yoldi seguirá en posesión del 100% del capital, una situación difícil de encontrar en empresas con una facturación tan elevada.
Los retos de Concha Yoldi al frente de Persán
Con su nombramiento como presidenta de Persán, Concha Yoldi deberá hacer frente a los grandes retos del ecosistema emprendedor en 2021: la incertidumbre, la digitalización, la expansión a mercados internacionales… Y la gestión de las crisis que vayan surgiendo en el camino.
En esto, la empresaria tiene experiencia. Cuando su marido y ella tomaron las riendas de Persán, en 1994, la empresa se encontraba en una situación muy delicada. “Persán estaba a punto de suspender pagos, la situación era dramática”, recuerda en El País. “Por aquel entonces, yo llevaba en torno a 10 años en la empresa y quise convencer a mi marido para que entrara en la compañía. Me costó bastante, él tenía el prurito de que era una cuestión mía, un asunto de la familia. Pero finalmente avalamos con nuestro patrimonio personal, que en aquellos momentos no era muy importante, un crédito que tenía la compañía para poder pagar las nóminas”.
27 años después, Persán se ha convertido en uno de los referentes de la industria en toda Europa, emplea a 1.100 personas y factura más de 400 millones de euros al año. Sus planes pasan por avanzar en su expansión internacional, para convertirse en “un centro de excelencia europeo en la tecnología de lavavajillas a máquina”.