En febrero del año pasado se concretó la aventura empresarial de Amparo Sánchez, propietaria de un herbolario y parafarmacia en Navalcán (Toledo). “Tengo una discapacidad del 40% por una fibromialgia –un trastorno reumático en tejidos musculares, tendinosos y tejidos blandos circundantes–, lo que supone un inconveniente para algunos movimientos
y para soportar ciertos trabajos.
También una pequeña discapacidad psicológica del 5%. Como es lógico, esto afecta a la vida cotidiana e introduce algunas limitaciones,
pero no me impide desarrollar una vida normal”, explica Amparo.
La muestra de ello es que esta emprendedora no sólo saca adelante su propio negocio, sino que compagina su vida laboral con la familiar. De hecho, sus responsabilidades familiares fueron uno de los aspectos que le ayudó a decantarse por este proyecto. “Quería trabajar en mi pueblo porque tengo tres hijos y estar todo el día en la carretera no era factible. Trabajar por mi cuenta era la mejor salida laboral para mí”, señala. El paso dado le permitió superar sus temores. “Aunque había trabajado anteriormente en varias empresas, desde que me diagnosticaron la discapacidad me daba miedo reintegrarme”.
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