Alberto Magliola, director de Citizen Watch Ibérica: “Estamos cerca de los 10 millones; ya nos miran de otra forma”
Bulova es una marca de relojes neoyorquina con más de 150 años de historia que actualmente pertenece a la compañía japonesa Citizen Watch.

La marca de relojes Bulova se fundó en 1875 en Nueva York y se la conoce por su orientación hacia la innovación y la precisión. Tras 150 años de historia, ha sido la primera compañía del mundo en promocionarse en televisión y de las pocas que ha llegado a la Luna en la misión norteamericana Apolo 15.
Actualmente, pertenece a la empresa de relojes japonesa, Citizen, con la que fabrica productos que combinan tradición y tecnología. Incluso hoy, se rige por los mismos principios de su pionero, Joseph Bulova, quien basaba su negocio en la artesanía y la innovación.
De contable a director general de Citizen Watch Ibérica
Emprendedores ha tenido el placer de entrevistar a su director general y comercial en la filial en la península ibérica, Alberto Magliola. Nacido en Italia, comenzó su trayectoria profesional como contable senior y posteriormente jefe de contabilidad en Citizen Watch Italy S.p.A. Tras diez años, le nombraron adjunto al consejero delegado en Citizen Watch Ibérica S.A. y director general en el 2013.
EMPRENDEDORES: ¿Es cierto que Bulova fue una de las primeras relojeras que llegaron a la luna?
ALBERTO MAGLIOLA.: La verdad que fuimos de causalidad. Al comandante del Apolo 15, David Scott se le rompió el reloj que llevaba y se puso el suyo personal con marca Bulova. En nuestra página web aparece una fotografía del reloj que llevaba el líder de la misión durante su paseo por la Luna. Fue subastado por más de un millón de dólares.
EMP: Al ser una firma histórica, ¿habéis acompañado a la sociedad en su avance y evolución?
A.M.: Lo interesante de esta marca es que cuenta con una historia de 150 años, por lo que ha cambiado mucho. En los años veinte, Bulova tuvo una fábrica en Suiza cuya directora era una mujer. Ahora, todos somos defensores de la igualdad de género en las empresas, pero Bulova fue toda una pionera. De hecho, en esa misma década lanzó una colección de relojes de muñeca exclusivamente para mujeres.

Facturación de 9 millones
EMP: ¿Cómo crecéis en un momento en el que existen tantos retos tecnológicos?
A.M.: En nuestro sector existe cierta tendencia hacia el pasado porque intentamos separarnos de las empresas tecnológicas que fabrican relojes inteligentes. Por desgracia, ese cambio no ha sido provocado por nosotros, y pese a ello, hemos seguido mejorando.
Tras la pandemia, facturamos 5 millones de euros y ahora terminamos el año fiscal con 9 millones. Estamos cerca de los 10 M –total de Citizen– en un sector maduro y de alta competitividad; ya nos miran de otra forma.
Con la pandemia hubo un cambio de paradigma
EMP: ¿Cómo habéis duplicado esa facturación?
A.M.: Es una buena pregunta y podría darte la receta, pero no la tengo. Hay que reconocer que hubo un cambio de paradigma. Tras la pandemia, la gente volvió a las marcas de toda la vida y los jóvenes entraron en las tiendas físicas. A nosotros ese cambio nos pilló trabajando.

Además, tuvimos otro golpe de suerte, y es que se volvieron a poner de moda los relojes vintage. Al menos 21 de cada 100 productos que vendíamos en Citizen pertenecían a la colección Tsuyosa, un reloj mecánico de la década de los setenta. La relojería está volviendo al pasado con productos de vestir y más pequeños.
EMP: ¿Fue suerte o intuición?
A.M.: En nuestro mundo hay que reconocer que la alta gama suiza es la que marca la tendencia y la estrategia. Por ejemplo, el color verde hace 20 años era muy atrevido. No fue hasta que Rolex lo presentó en Basilea que empezó a verse en otros productos. Ahora, está en todas partes.
Ese tipo de atrevimiento mueve a todo el sector y las marcas se inspiran entre sí. En el caso de Citizen con relojes Tsuyosa, fue pura intuición. Tenía espíritu vintage y fue todo un éxito en su época.
El mercado español
EMP: ¿Qué hace especial al consumidor español?
A.M.: El consumidor español es muy volátil, y comparado con el italiano no tiene tanto conocimiento de este producto. Por ello, el mercado es mucho más difícil.
Cuando llegué a este país, me sorprendió el poder de venta y de comunicación del grupo Lotus. Facturaba 200 millones de euros en relojería media. Eso son palabras mayores. El consumidor español conocía sus productos, igual que el consumidor medio italiano sabía de la existencia de Fiat. No obstante, todo puede cambiar, y eso es lo que estamos promoviendo con una nueva estrategia de marketing.
EMP: ¿Qué peso tienen las redes sociales para vosotros?
A.M.: Nosotros somos activos en Instagram y Facebook, aunque ya nos han dicho que esta última está un poco desfasada. Nuestra estrategia publicitaria se basa en publicaciones de revistas y redes sociales. Este sistema nos funciona muy bien.
El contenido de Bulova, por otra parte, lo hacen los americanos y eso nos da cierta ventaja en marketing. Ellos nos recomiendan ser fieles a lo que proponen porque conocen el producto y el mercado. Intentamos reunir todas las herramientas que nos dan y las presentamos de forma eficaz. Si tuviéramos que crear todo desde cero, el coste sería muy alto.
Proteger lo que está bien hecho
EMP: ¿Qué supuso para ti convertirte en el director comercial de Citizen en España?
A.M.: Yo nunca he sido vendedor, en Italia era contable. En los últimos años me he dedicado directamente a las ventas porque el director comercial se marchó a una compañía más grande. Me dolió mucho que se fuera porque teníamos una relación muy buena y me enseñó todo lo que sé.
Cuando asumí el cargo tenía claro que la red comercial no iba a caer porque la situación era buena. Y hasta ahora, hemos trabajado con un sistema bastante tradicional, con agentes comerciales repartidos por el territorio nacional. No se trataba de inventar nada nuevo, sino de mantener lo que estaba bien hecho.
Personalmente, siento una enorme pasión por mi trabajo y sigo convencido de que todavía hay mucho camino por hacer. El éxito exige mucho esfuerzo y escucho a todo el mundo, incluso a quien parece que no aporta nada. Pero no olvido que los errores se pagan caro. Ahora tengo 63 años y fracasar a esta edad no es lo mismo que hacerlo con 30: las consecuencias son distintas.

Foco en los clientes
EMP: Ese cambio de contable a comercial, ¿te supuso un reto?
A.M.: No tanto, y eso se lo debo a mis padres. Mi madre era contable en una empresa y tuvo la idea de montar algo propio. Mi padre, que era productor y vendedor, le ayudó. Juntos crearon una pequeña empresa textil que se convirtió en mi escuela de vida.
Actualmente, le tengo mucho respeto a los emprendedores. A veces escucho decir que los empresarios roban, y me río por dentro. No saben lo que dicen, un emprendedor vive con la preocupación de llegar a fin de mes, de poder pagar y de seguir. Crecí viendo que en casa todo giraba en torno al trabajo. Esa mentalidad me ayudó mucho cuando asumí responsabilidades en Citizen y Bulova.
Hoy por hoy puedo decir que las cosas funcionan. No estaba seguro de lograrlo, pero sí tranquilo, y ahí está la clave. Cuando uno está relajado, no comete grandes errores. Nuestro sector es muy tradicional: no hay que reinventar nada, solo trabajar bien. Las relaciones personales siguen siendo esenciales. Puedes tener todos los argumentos del mundo, pero hay clientes que te compran porque confían en ti y porque se sientan y te miran a los ojos.
Buscar el fallo para crecer
EMP: ¿Qué has aprendido de los fallos y los errores en tu trayectoria profesional?
A.M.: Antes de nada hay que darse cuenta de que se ha cometido un error. Mucha gente empieza a buscar excusas y a creer que los culpables son los demás. Profesionalmente, lo que más duele es saber que podías haberlo hecho mejor. Pero, la vida es así: tienes que buscar el fallo para no equivocarte de nuevo. Lo esencial es reconocerlo.
EMP: ¿Cómo evitar el ego del emprendedor?
A.M.: Si tienes mucho ego, tienes trabajo por hacer. Debes saber si eres un déspota y entender que eso no es sostenible a largo plazo. Por eso creo que necesitas tener a gente que te advierta de tu situación. Alguien tiene que hacérselo ver. Yo he tenido jefes con egos muy grandes y no suelen mejorar: normalmente empeoran.
