Aunque los exoesqueletos todavía no están muy difundidos, se espera que este mercado eclosione en los próximos años. Según los datos del informe ‘Global Exoskeleton Market’, elaborado por Data Bridge Market Research la facturación del sector crecerá un 41,7% anual en el periodo 2022-2029.
Por el momento, estos dispositivos sólo están firmemente asentado en Japón, que es donde los conocieron los fundadores de Gogoa. “Teníamos una empresa de ingeniería y consultoría llamada Realize, dedicada a desarrollar proyectos de diversificación, identificando oportunidades para compañías o gobiernos locales. En 2014, empezamos un proyecto en la comarca del Alto Urola, la más envejecida del País Vasco y con un problema de desindustrialización. Nos contrataron para identificar sectores en los que se podría generar actividad económica. Vimos que la asistencia y los sistemas de silver economy vinculados al envejecimiento o a la mejora de la calidad de vida de las personas mayores podrían tener sentido. Y pensamos que el desarrollo de tecnologías en ese ámbito se podría soportar en empresas de la comarca”, explica Carlos Fernández, CEO de Gogoa.
Aquí entran en juego los exoesqueletos. “Estábamos trabajando en Japón, con el gobierno de Niigata, y vimos que tenían un centro de rehabilitación con exoesqueletos”. Aquellos equipos eran de la empresa nipona Cyberdyne, con la que contactaron para tratar de traer su tecnología, pero no lo lograron. Con esa puerta cerrada, buscaron alternativas. “Visitando un centro de rehabilitación en Boston nos dijeron que trabajaban con un exoesqueleto español, desarrollado por el CSIC. Nada más volver, llamamos para preguntar por él. En el CSIC nos dijeron que la tecnología estaba disponible para su explotación comercial y la licenciamos”.
Con este acuerdo en la mano, plantearon el proyecto a instituciones y empresas de la comarca, pero ninguna quiso entrar. “Lo veíamos como algo factible y creíamos que era un mercado de futuro, pues en Japón y EE UU ya se estaba moviendo, así que nos tiramos a la piscina”, explica. A los cuatro socios de Realize –Íñigo Urkidi, Juan Antonio Martín, Javier Finez y el propio Fernández- se sumaron los creadores del exoesqueleto del CSIC –José Luis Pons, Antonio del Ama y Angel Gil-, constituyendo Gogoa Mobility Robots en julio de 2015.
Lanzamiento y frenazo por la pandemia
Los tres años siguientes se dedicaron al desarrollo del exoesqueleto, convirtiendo el prototipo inicial en un producto comercializable. A la par, Gogoa fue avanzando en su certificación, realizando los ensayos oportunos para homologarse como fabricante de equipamiento médico reconocido por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. “Fuimos la primera empresa europea en lograr un exoesqueleto certificado”, destaca el CEO.
Su exoesqueleto comenzó a venderse en 2018 y empezó a posicionarse en el mercado a lo largo del año siguiente. Entonces llegó la pandemia, frenando en seco su progresión. “Supuso un parón total de la parte comercial porque era imposible acceder a los centros de rehabilitación de los hospitales. No nos dejaban entrar a hacer demostraciones. Y es un producto que no se vende si no se toca y se prueba”, lamenta Fernández.
Otro obstáculo al que ha tenido que enfrentarse es la resistencia de los fisioterapeutas. “Ven que la tecnología puede ser una competidora, pero no es así. Es un complemento. Es una herramienta que les sirve para mejorar los tratamientos que ofrecen a sus pacientes. No les va a quitar el trabajo, sino que va a proporcionar una mejor rehabilitación”, aclara.
Por eso, la empresa ha decidido actuar para erradicar estos miedos y dar a conocer las bondades de sus soluciones. “Estamos trabajando con las universidades de Fisioterapia, para que vengan a aprender sobre los exoesqueletos, cómo utilizarlos, etc. Además, hemos abierto nuestro propio centro de rehabilitación, que se llama Onbideratu, en Urretxu (Guipúzcoa). Nos sirve para ofrecer rehabilitación y para aprender. Nos está permitiendo demostrar que la tecnología funciona, con pacientes que están logrando progresos que ni soñábamos”, afirma.
Soluciones para rehabilitación…
Su producto estrella es ‘Hank’, un exoesqueleto para la rehabilitación de los miembros inferiores. Está destinado al tratamiento de personas que han sufrido un ictus o lesión medular o padecen daños neurodegenerativos. Cuenta con motorización en las tres articulaciones -cadera, pierna y tobillo-, a diferencia de los exoesqueletos de sus competidores, que no disponen de ayuda en el tobillo. Esto permite que el patrón de marcha del exoesqueleto sea más natural, favoreciendo la rehabilitación.
Además, es posible ajustar el nivel de asistencia de cada articulación, adaptándose al paciente. “Hemos trabajado mucho para que sea muy fácil de manejar, de poner y quitar… Todo se hace con una tablet y con tres botones. La inteligencia del sistema hace todo. El usuario sólo tiene que dar al botón de levantarse y al de andar”, señala. Este producto tiene un coste aproximado de 115.000 euros.
La compañía también cuenta con ‘Belk’, un exoesqueleto para la rehabilitación de rodilla tras intervenciones quirúrgicas. “Hemos incorporado electroestimulación funcional combinada, estimulando los músculos a la vez que se mueve la pierna. Esto acelera el proceso de rehabilitación entre un 30% y 40%”, especifica.
Y completa su catálogo de productos de uso médico con ‘Hand of Hope’, un exoesqueleto para la rehabilitación de mano y brazo. “Colocamos dos sensores electromiográficos que detectan la señal eléctrica del cerebro y la intención de abrir o cerrar la mano. Nuestro sistema interpreta la señal y abre o cierra la mano, haciendo que el músculo y el cerebro vuelven a aprender a moverse con una intensidad de señal más baja, como en el caso de las personas que han sufrido un ictus. Y luego se puede ir variando el nivel de sensibilidad de los sensores”, anota.
Gogoa está cerrando acuerdos de distribución con proveedores de equipamiento médico en diversos mercados. Por ejemplo, tiene muy avanzadas las negociaciones en Italia, Alemania, Austria, Suiza, Ucrania, Australia, Malasia, Tailandia, Singapur, etc.
…Y en el ámbito industrial
Su oferta también incluye exoesqueletos industriales, que se comercializan a través de una spin off denominada Cyber Human Systems. “Tenemos clientes que hacen montaje de maquinaria y equipos, del sector de la automoción, de la industria conservera… Pero también del sector agrícola y ganadero”, señala el CEO.
La compañía cuenta con el exoesqueleto de brazos ‘Besk G’, pensado para trabajos que exigen tener las manos por encima de la cabeza mucho tiempo; y el exoesqueleto lumbar ‘Aldak’, destinado a personas que tienen que levantar cargas del suelo o que han de pasar mucho tiempo trabajando inclinados, por ejemplo. Tienen un coste en torno a 3.000 euros.
Además, este año ha presentado ‘Exosoft’, fabricado fundamentalmente con elementos textiles, muy ligero (800 gramos), sencillo de colocar y manipular y que puede llevarse puesto todo el día. Se puede adquirir por unos 750 euros. “Incluso lo han probado cirujanos en operaciones de muchas horas, como soporte para la espalda”, indica.
La compañía tiene avanzadas negociaciones con distribuidores de material de protección o mantenimiento industrial en Alemania, Francia y Dinamarca.
Apuesta por el servicio
La venta de exoesqueletos a hospitales y centros de rehabilitación públicos o privados todavía avanza despacio. “Les cuesta muchísimo dar el paso de comprar un exoesqueleto porque tienen un coste importante”, reconoce Fernández. Ante esta realidad, una de sus apuestas de futuro es el desarrollo de una red de clínicas de rehabilitación equipadas con sus exoesqueletos, que servirá para dar a conocer sus productos.
Así pues, Gogoa participa en Movex Clinic, empresa que gestiona un centro de neurorrehabilitacion robótica en Bilbao desde marzo de 2021. La compañía tiene previsto abrir en Madrid, Barcelona y Valencia a lo largo del año. “Creemos que es nuestra vía de comercialización. Movex está planteando un modelo de franquicia, ofreciendo centros llave en mano, con nuestros exoesqueletos, formación y todo incluido -equipamiento, imagen, publicidad, comunicación…- por una inversión de 350.000 euros, aparte del local”, detalla.
A la espera del boom de los exoesqueletos
Gogoa Mobility Robots esperaba cerrar el ejercicio 2021 con unas ventas en torno a un millón de euros. Pronostica que podría situarse en una facturación cercana a 12 millones en un plazo de 4-5 años, aprovechando el boom que se avecina en este sector. “Estaba previsto que el mercado diese un tirón en 2020 o 2021, pero la pandemia ha producido un decalaje de 2-3 años. 2022 todavía va a ser un año muy parecido al anterior, pero en 2023 y 2024 debe dispararse el mercado”, afirma el CEO de la empresa.
El 60% de la facturación de Gogoa procede de la rama de negocio de los equipos de rehabilitación, mientras que los exoesqueletos industriales aportan un 30% de las ventas y las clínicas reportan alrededor del 10% de los ingresos.